Cuando mi marido me dijo que me parecía a mi suegra (y tenía razón)
Tiempo de lectura: 2 min
Cómo cambiar de gafas me devolvió el papel de mujer… y no solo de “señora de”.
Tengo 50 años y llevo casada más de veinte.
Mi marido y yo nos queremos, nos reímos, seguimos teniendo buena complicidad.
Por dentro no me siento “mayor”.
Sigo siendo la misma mujer que se arreglaba para salir, que se pintaba los labios solo para ir a por el pan.
Pero una frase, dicha en broma, me hizo sentir de golpe como la suegra del salón, y no como la mujer del sofá.
Si usas gafas de cerca baratas.
Si ya has pasado de los 45.
Si temes estar perdiendo atractivo de pareja sin darte ni cuenta…
Quiero contarte lo que me pasó.
La tarde del comentario “inocente” que no pude olvidar
Era una tarde cualquiera.
Estaba en el sofá, leyendo una revista, con esas gafas redondas de cerca que compré en el supermercado “para salir del paso”.
Baratas.
De aumento.
De esas que de lejos ya cantan a “gafa de abuela”.
Mi marido entró al salón, me miró con cariño y, en tono de broma, dijo:
—Con esas gafas te pareces mucho a mi madre.
Risas, chiste, comentario suelto.
Yo también me reí… por fuera.
Pero por dentro sentí un nudo en el estómago.
Cuando se fue a la cocina, me miré en el espejo del aparador:
- El gesto concentrado.
- La montura redonda, gruesa, muy parecida a la de mi suegra.
- Ese aire de “ya estoy en otra fase de la vida”.
Por la noche, tumbada en la cama, la frase volvió como un eco:
“¿De verdad ya he cruzado esa línea?
¿Ya soy visualmente la suegra, no la mujer?”
No era que él me viera mal.
Era que yo misma empezaba a verme como “la señora de”,
no como la mujer que él deseaba hace años.
Y todo, por unas simples gafas de cerca.
No era la edad: era la “herencia visual equivocada”
Durante días, empecé a fijarme en las fotos antiguas:
Mi madre leyendo.
Mi suegra con sus labores.
Las dos con el mismo tipo de gafas:
redondas, gruesas, baratas, compradas sin pensar en nada más que en “ver un poco mejor”.
Y me di cuenta de algo:
Sin querer, yo había copiado ese mismo modelo mental:
- “Bah, total son solo gafas para leer.”
- “Para estar en casa, ¿qué más da?”
Había elegido mis gafas como ellas lo hicieron muchos años antes.
Lo que yo no veía es que, en la mente de los demás,
ese estilo manda un mensaje muy claro:
- Señora mayor.
- Etapa de abuela.
- Rol de cuidadora… no de mujer deseable.
Cada vez que me ponía esas gafas,
sin saberlo, me estaba vistiendo con el papel de suegra.
No era la edad lo que me echaba años encima.
Era esa “herencia visual equivocada”:
imitar, sin pensarlo, el mismo tipo de gafas que había visto en las mujeres de la generación anterior.
El miedo que no se dice en voz alta
De esto casi nadie habla.
Comentamos las arrugas, los kilos, la ropa.
Pero pocas personas reconocen en voz alta este miedo:
“No quiero que mi pareja me vea ya solo como ‘la señora de casa’.”
Yo notaba pequeños detalles:
- Cuando estaba sin gafas, él me decía “qué guapa estás hoy”.
- Cuando me veía con las gafas redondas, el piropo desaparecía y llegaba el chiste.
- Yo misma evitaba llevarlas en cenas, en viajes, cuando salíamos los dos solos.
En la práctica, eso significaba:
- No ver bien la carta del restaurante.
- No leer mensajes del móvil en la terraza.
- Hacer como que veo, para no sacar las gafas de “señora”.
Así, poco a poco, iba perdiendo comodidad o perdiendo atractivo…
y ninguna de las dos cosas me hacía gracia.
Hasta que un día decidí que ya estaba bien.
La búsqueda: no quería unas gafas “de lista”, quería unas gafas que me respetaran
Pedí cita en una óptica diferente.
Cuando me senté, se lo solté sin rodeos:
—Ver veo, más o menos.
Lo que no quiero es parecerme a su madre cada vez que me pongo las gafas.
La óptica sonrió, porque sabía perfectamente de qué le hablaba.
Me dijo algo que me recordó a esos artículos sobre redacción persuasiva que hablan del problema real detrás del problema aparente: muchas mujeres piensan que su problema es la graduación… pero el verdadero problema es el guion visual que sus gafas cuentan sobre ellas.
Me explicó:
- Has heredado el tipo de gafa de tu madre y tu suegra.
- Lo has elegido “para salir del paso”, sin pensar en el mensaje.
- Cada vez que te las pones, tu imagen pasa del papel de mujer… al papel de suegra.
Y añadió:
“No se trata de que tengas 30, 40 o 50.
Se trata de si tus gafas cuentan tu historia… o la de la generación anterior.”
Ahí me habló de unas gafas progresivas pensadas justo para mujeres como yo: VisionPro.
VisionPro y el “cambio de guion visual”
Lo que más me sorprendió de VisionPro no fue solo la lente.
Fue que estaban diseñadas como un cambio de personaje sin cambiar de edad:
- Monturas inspiradas en mujeres de 40 y 50 que cuidan su imagen: líneas modernas, limpias, nada de monturas “de farmacia”.
- Colores favorecedores, que dan luz a la cara en lugar de apagarte.
- Nada de redondas gruesas “de abuela de toda la vida”.
Y además:
- Lentes multifocales que me permiten llevarlas puestas mucho tiempo:
para leer, para el móvil, para ver la tele, para salir a cenar… - Sin tener que estar con la “gafa buena” y la “gafa fea de estar por casa”.
En palabras de la óptica, VisionPro servían para:
“Cambiar el guion visual de tu personaje:
de suegra que se sienta a hacer punto,
a mujer que lee, trabaja, sale y se cuida… con gafas acordes a eso.”
Me enseñó modelos, me los probé frente al espejo…
y por primera vez en mucho tiempo, me vi con gafas y pensé:
“Así sí. Esta soy yo.”
La prueba: el comentario de mi marido… pero al revés
Encargué mis VisionPro.
Cuando llegaron, las estrené en el momento más sencillo:
tarde en casa, sofá, libro.
Mi marido entró al salón, igual que aquel día.
Me miró un segundo… y noté que se le cambiaba la cara.
—Anda, qué bien te quedan esas gafas —dijo—. Te hacen más joven.
Nada de bromas con su madre.
Nada de risa incómoda.
Solo un comentario que me tocó justo donde más falta me hacía.
Esa noche, mientras leíamos los dos en la cama,
me di cuenta de otro detalle:
Llevaba mis VisionPro puestas sin vergüenza.
No sentía la necesidad de quitármelas “para que no me vea con ellas”.
Eran parte de mí, como un buen corte de pelo o una blusa que me favorece.
Qué ha cambiado en mi relación (y en mi espejo) con VisionPro
Después de unos meses con VisionPro, esto es lo que noto:
- Me veo más yo cuando me miro al espejo con gafas.
- Ya no me pongo “la gafa fea” de batalla.
Tengo unas únicas gafas que sirven para casa, trabajo y momentos en pareja. - Mi marido me mira con ese punto de deseo que echaba de menos,
aunque estemos simplemente en el sofá viendo una serie. - En fotos familiares, no parezco “la suegra del fondo”,
sino una mujer de mi edad, cuidada y presente. - Y, por supuesto, veo bien de cerca, de lejos y a media distancia,
sin estar quitando y poniendo gafas a todas horas.
No he rejuvenecido diez años por arte de magia.
Pero he dejado de vestirme como otra persona cada vez que cojo un libro.
Qué tiene de especial VisionPro
Por si te ayuda, te resumo lo que para mí hace distintas a las VisionPro:
- Lentes progresivas de calidad, para ver bien en todas las distancias.
- Monturas actuales, pensadas para mujeres que quieren seguir viéndose mujeres, no personajes secundarios.
- Diseños que evitan el “efecto suegra”: nada de monturas redondas gruesas ni colores tristes.
- Tratamiento antirreflejos y antirrayaduras para usarlas todo el día.
- Adaptación suave, sin mareos ni sensación rara los primeros días.
- Y una garantía clara: si no te adaptas o no notas mejora,
puedes devolverlas y recuperar tu dinero.
Para mí, VisionPro han sido las gafas que me han devuelto el papel de mujer,
no solo de “señora de”.
Si empiezas a sentirte más suegra que mujer…
Si:
- Tienes más de 45 años,
- Lees con gafas baratas del bazar o con monturas heredadas “de toda la vida”,
- Te reconoces en esa sensación de parecerte a tu suegra o a tu madre,
- Te duele pensar que tu pareja ya no te ve como antes…
…te diría que, al menos, mires si las VisionPro siguen disponibles.
Ahora mismo hay descuentos por compra en la web
y una garantía de unos 30 días para probarlas en tu día a día, sin riesgo.
En el fondo, solo tienes dos caminos:
- Seguir usando unas gafas que te colocan, sin querer,
en el papel de suegra cada vez que te las pones. - O probar unas gafas pensadas para contar el guion visual correcto:
el de la mujer que sigues siendo hoy,
con años de vida, sí, pero también con ganas de gustar… empezando por gustarte a ti misma.
Yo necesité que mi propio marido me dijera, riendo,
que me parecía a su madre para reaccionar.
Ojalá tú no tengas que esperar a oír algo así
para recuperar, también con tus gafas,
tu papel de mujer.

Dr. Luis Herrera, (Oftalmólogo especialista)
“Veo a diario pacientes que llegan con tres o cuatro gafas distintas y aun así terminan el día con la vista agotada. En muchos casos, el problema no es el ojo en sí, sino el caos de soluciones que usan. Por eso me llamó la atención VisionPro: un solo par pensado para cubrir casi todas las distancias reales del día a día. En los pacientes que lo han probado, he visto menos quejas de dolor de cabeza, menos necesidad de estar quitando y poniendo gafas y, sobre todo, una frase que se repite: ‘por fin siento que mis gafas me ayudan, en vez de estorbarme’. No es una varita mágica, pero como concepto de sistema visual único y estable me parece mucho más sensato que seguir acumulando gafas “para todo y para nada”.”
PREGUNTAS FRECUENTES
¿Y si solo noto un poco de vista cansada, no es demasiado pronto para cambiar de gafas?
¿Y si solo noto un poco de vista cansada, no es demasiado pronto para cambiar de gafas?
La vista rara vez pasa de “un poco cansada” a “perfecta” sola. Ese “solo un poco” suele ser el aviso de que tus ojos llevan tiempo trabajando de más. Esperar suele significar llegar al punto en el que ya hay dolores de cabeza, irritabilidad y ganas de dejarlo todo. Elegir VisionPro ahora no es exagerar, es adelantarte al problema y evitar que tu día a día gire alrededor de lo que tus ojos ya no aguantan.
¿Me voy a marear con unas progresivas como VisionPro?
¿Me voy a marear con unas progresivas como VisionPro?
El mareo suele venir de dos cosas: progresivas mal diseñadas o mal adaptadas. VisionPro se plantean como un campo de visión estable, pensado para las distancias reales que usas (móvil, ordenador, lectura y casa), no como un “experimento raro”. Es normal notar algo diferente los primeros días, pero la mayoría de personas describe la sensación como pasar de ir “a trompicones” a ir mucho más fluida. Y si aun así notas que no te adaptas, tienes la tranquilidad de la garantía de devolución, sin quedarte atrapada con unas gafas que no te encajan.
¿Y si al final no noto tanta diferencia con respecto a mis gafas de siempre?
¿Y si al final no noto tanta diferencia con respecto a mis gafas de siempre?
Ese es el miedo más lógico: invertir y que todo siga igual. Por eso la idea con VisionPro no es que te enamores el primer minuto, sino que en unas semanas notes cambios muy concretos: menos dolores de cabeza, menos “espera, que no veo”, menos necesidad de levantar y bajar la gafa. Si no sientes esa mejora en tu día a día, no tiene sentido que te las quedes. Para eso está la garantía: te permite probar sin quedarte con la duda ni con el cargo de conciencia.
¿No es más seguro seguir en mi óptica de toda la vida que comprar unas gafas así?
¿No es más seguro seguir en mi óptica de toda la vida que comprar unas gafas así?
Tu óptica de siempre te conoce, sí, pero también tiene un modelo muy claro: venderte un par de gafas diferente para cada problema. Eso puede darte confianza, pero también te ata a una cadena de compras sin fin. VisionPro no compite con tu óptica, cambia el enfoque: en vez de trocear tu vida en muchas gafas, propone un solo sistema visual que cubra casi todo. Lo realmente seguro no es repetir lo de siempre, sino elegir una solución que te dé más control, más claridad y menos dependencia… con una prueba que te permite decir “no” sin perder tu dinero.
¿Y si no me veo favorecida con las monturas de VisionPro?
¿Y si no me veo favorecida con las monturas de VisionPro?
Ver bien no debería estar reñido con gustarte en el espejo. Una de las mayores resistencias a usar gafas todo el día es mirarte en una foto y pensar “parezco mayor”. VisionPro se plantea justo al revés: monturas pensadas para que te veas actual, cuidada y tú misma, no como “la señora de las gafas de batalla”. Si cada vez que te ves con ellas piensas “así sí”, es mucho más fácil que las lleves puestas… y si las llevas puestas, tus ojos están protegidos todo el día, no solo a ratos.
¿De verdad voy a poder usar un solo par para todo?
¿De verdad voy a poder usar un solo par para todo?
La duda es normal, porque llevas años oyendo lo contrario: gafas para leer, para ordenador, para conducir… VisionPro se diseña precisamente para romper esa dinámica. El cristal está calculado para crear un recorrido suave desde lejos hasta cerca, con una zona central muy cómoda para pantalla y entorno. ¿Significa que nunca más necesitarás nada más? En la mayoría de casos, no. Pero para el 90 % de tu día (móvil, trabajo, casa, calle, tele) la idea es clara: que no tengas que pensar qué gafa toca ahora, y eso es lo que te devuelve sensación de libertad.
¿Y si mi problema es el ordenador, no “la edad”?
¿Y si mi problema es el ordenador, no “la edad”?
La frase “es la edad” tapa muchas cosas. Pasar horas frente a una pantalla con gafas inadecuadas castiga la vista aunque tengas buena salud general. VisionPro se centra justo en ese punto: la zona clave del cristal está optimizada para la distancia de pantalla y documentos, que es donde tus ojos se dejan la energía cada día. No se trata de aceptar resignada que “es lo que hay”, sino de darle a tus ojos una herramienta que reduzca el esfuerzo y te permita acabar el día más despejada y menos quemada.
¿No será esto solo otra forma de venderme unas gafas más caras?
¿No será esto solo otra forma de venderme unas gafas más caras?
Es una duda muy sana, sobre todo si vienes de sentir que siempre hay un “extra” que sumar. La diferencia psicológica aquí es otra: el objetivo de VisionPro no es que compres más cosas, sino que dejes de necesitar tantas. Cambias varios pares que usas a medias por uno que usas de verdad. A nivel económico, suele salir más rentable invertir en un sistema que te acompañe todo el día que ir comprando gafas baratas que luego no solucionan el problema de fondo. Y saber que puedes devolverlas si no cumplen baja el miedo a sentirte engañada.
¿Y si mis ojos empeoran con el tiempo, tendré que cambiar otra vez?
¿Y si mis ojos empeoran con el tiempo, tendré que cambiar otra vez?
Es normal pensar “para qué voy a invertir si total, la vista irá a peor”. Pero hay una diferencia enorme entre dejar que tus ojos se cansen sin ayuda y darles un cristal que distribuya mejor el esfuerzo. Cuidar tu visión hoy no es un capricho: es una forma de que cada cambio futuro sea más suave, menos brusco y menos doloroso. Además, el hecho de tener un único sistema como VisionPro hace que cada ajuste posterior sea más sencillo: no tienes que actualizar cinco gafas, sino un solo par que lo hace todo.
¿Y si me da pereza todo el proceso de cambio y adaptación?
¿Y si me da pereza todo el proceso de cambio y adaptación?
La pereza es uno de los mayores ladrones de calidad de vida. Es fácil pensar “ya iré”, “ya lo haré”, y mientras tanto tus ojos siguen sumando horas de esfuerzo. Aquí la pregunta clave no es cuánto cuesta adaptarte a VisionPro, sino cuánto te está costando no hacer nada: dolores de cabeza, mal humor, depender de otros para leer cosas, sentir que tu día se rompe a cada momento por culpa de tus gafas. Dar el paso una vez para probar un solo par que simplifique tu vida es, en el fondo, elegir un futuro con menos fricción y más calma… y eso vale mucho más que la incomodidad temporal de cambiar.
Lo que opinan nuestros clientes
+1353 Opiniones
¿Por qué confiar en nosotros?
|   | Otros | |
|---|---|---|
| Envíos en 24/48h | ||
| Atención PostCompra | ||
| Pago en la entrega |