La foto de grupo en la que no me reconocí
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Cómo cambiar de gafas me quitó años de encima en las fotos… y me devolvió las ganas de salir en ellas.
Tengo 49 años.
Por dentro me siento de 40.
Trabajo, salgo con mis amigas, hago algo de ejercicio, uso cremas, intento cuidarme.
Pero una foto hizo que me sintiera de sesenta y pico de golpe.
Si llevas gafas para ver de cerca.
Si ya has pasado de los 40.
Si en las fotos te ves más mayor de lo que te sientes…
Esta historia es para ti.
La cena que parecía perfecta… hasta que vi la foto
Quedamos varias amigas del instituto.
Cena, risas, una copa de vino, anécdotas.
Nos sentíamos como antes, solo que ahora hablando de sofocos y rodillas.
Al final de la noche, una de ellas sacó el móvil:
—Venga, foto de grupo para mandarla al grupo del teléfono.
Nos juntamos todas alrededor de la mesa.
Yo llevaba mis gafas de cerca del bazar, esas que siempre acaban
en la punta de la nariz.
Un destello de la cámara.
Más risas.
Buenas noches.
Al día siguiente, en el sofá, abrí el grupo para ver la foto.
Vi:
- A mis amigas, con la cara luminosa, sonriendo.
- Y a mí, en una esquina, con las gafas baratas resbaladas hacia la punta de la nariz.
- La cabeza un poco echada hacia atrás, intentando enfocar.
- Los cristales reflejando la luz del restaurante y tapando mis ojos.
Mi primer pensamiento fue:
“Parezco la madre del grupo, no la amiga del grupo.”
Sentí un nudo en la garganta.
Imaginé a mis hijos enseñando esa foto y diciendo:
“Mira, esta es mi madre.”
Y me dolió.
Ahí entendí que el precio de seguir igual no era solo ver mal.
Era quedarme con una imagen pública que no encajaba con cómo me siento por dentro.
El “filtro envejecedor” que nadie te advierte
Hasta entonces elegía las gafas con un criterio muy simple:
- Que me dejaran leer.
- Que fueran baratas.
En la óptica me centraba en la graduación.
En el bazar, en el precio.
Lo demás, me daba igual.
Nunca nadie me explicó lo que después llamé mi “filtro envejecedor”:
- Monturas anticuadas, de esas que parecen sacadas de la estantería de una farmacia.
- Forma que cae baja en la nariz y te obliga a poner cara de
“señora leyendo el periódico”. - Cristales corrientes que reflejan toda la luz y tapan los ojos en las fotos.
Cada vez que alguien abría la cámara del móvil,
todo ese conjunto me añadía años a la vista.
Yo me sentía de 40,
pero en la imagen parecía de 60.
Y lo peor: seguía pensando que las gafas eran solo para ver.
Nadie me había dicho que unas gafas malas no solo corrigen la vista;
también deforman la cara que el mundo te devuelve.
El día que decidí que no quería esconderme más
Durante unas semanas, empecé a esquivar fotos.
Cuando alguien sacaba el móvil, yo hacía ver que me levantaba,
que iba al baño, que buscaba algo en el bolso.
Una noche, mi hija me dijo:
—Mamá, ¿por qué sales tan poco en las fotos?
No supe qué contestar.
Me miré en el espejo con las gafas puestas.
Montura fea.
Cristales llenos de reflejos.
La postura rara de la cabeza.
Y pensé:
“Yo no soy esta señora apagada.
Solo llevo las gafas equivocadas.”
Pedí cita en una óptica de confianza.
Esta vez no iba solo a “ver mejor”.
Quería volver a reconocerme.
Lo que me explicó la óptica sobre mi cara y mis gafas
Le conté a la óptica la historia de la foto.
Ella sonrió y me dijo:
“A muchísimas mujeres les pasa.
Llevan en la cara un filtro envejecedor que han comprado sin saberlo.”
Me explicó que el problema no era solo la graduación.
Era el conjunto:
- Montura demasiado baja, que obliga a mirar por encima como una abuela.
- Forma y color que cortan la cara y endurecen los rasgos.
- Cristales baratos sin buen tratamiento, que reflejan lámparas, velas y pantallas.
“Cada vez que te hacen una foto”, me dijo,
“ese conjunto está echándote años encima.”
Y añadió una frase que me hizo clic:
“Las gafas pueden ser un disfraz que te suma edad…
o una herramienta que pone tu cara por delante y las gafas detrás.”
Ahí fue cuando me habló de unas gafas progresivas llamadas VisionPro.
Diseño que favorece en las fotos: “cara primero, gafas después”
VisionPro, me explicó, juntaba dos cosas que casi nunca van de la mano:
- Lente progresiva de calidad, para ver bien de lejos, a media distancia y de cerca.
- Diseño que favorece en las fotos, pensado para que se vea primero tu cara
y después las gafas.
Me enseñó varios modelos y detalles:
- Monturas con líneas limpias y actuales, como las que llevan muchas mujeres de 30 y 40 años que trabajan de cara al público.
- Formas que respetan el óvalo de la cara, afinan un poco y no se “comen” los pómulos.
- Colores que dan luz, no que apagan.
Y, muy importante:
- Cristales con buen tratamiento antirreflejos,
para que en las fotos se vean mis ojos,
no dos manchas blancas. - Una forma que queda bien a la altura natural de los ojos,
sin obligarme a posar con la cabeza echada hacia atrás.
Lo llamó un diseño “cara primero, gafas después”.
Yo lo entendí así:
las gafas dejan de gritar “tengo la vista cansada”
y pasan a acompañar, sin molestar, la cara que yo siento que tengo.
La primera foto con VisionPro
Al final elegí una montura fina, actual, en un tono que me daba luz.
Encargamos mis VisionPro.
Cuando llegó el día de recogerlas, la óptica hizo algo muy simple:
—Ponte aquí, bajo esta luz.
—Sonríe.
Sacó su móvil y me hizo una foto.
Me la enseñó.
Me quedé callada.
Por primera vez en mucho tiempo,
me reconocí en una imagen:
- Se veían mis ojos, no solo cristal.
- La montura acompañaba mi cara, no mandaba por encima.
- No parecía “la madre de todas”, sino una más del grupo.
Pocas semanas después volvimos a quedar las amigas.
Otra cena.
Otra foto de grupo.
Esta vez no me escondí.
Me coloqué en el centro, con mis VisionPro puestas.
Al día siguiente, abrí la foto en el grupo del teléfono.
Y pensé, casi en voz alta:
“Esta sí.
Esta soy yo.”
Una amiga me escribió en privado:
—Oye, te veo muy favorecida, ¿te has hecho algo?
—Nada raro —le contesté—. Solo he dejado de llevar gafas que me echaban años encima.
Lo que ha cambiado para mí con VisionPro
Desde que llevo VisionPro, han pasado varias cosas muy concretas:
- Veo bien de lejos, al ordenador y de cerca, sin estar quitando y poniendo gafas.
- En las fotos ya no me escondo: sé que mi cara sale bien.
- Mis hijos han dejado de decir: “Mamá, quítate esas gafas para la foto”.
- Mis amigas me preguntan por el modelo porque “rejuvenece”.
- Me siento coherente: lo que se ve por fuera se parece más a cómo me siento por dentro.
No he cambiado de crema.
No me he hecho ningún tratamiento raro.
Solo he cambiado unas gafas que me añadían años
por unas que trabajan a favor de mi imagen, no en contra.
Qué hace diferentes a las VisionPro
Resumiendo, esto es lo que yo he comprobado de VisionPro:
- Son gafas progresivas que te permiten ver bien en tu día a día
(móvil, ordenador, calle, restaurante, casa). - Tienen monturas actuales, pensadas para mujeres que quieren verse activas, no mayores.
- Sus cristales llevan buen tratamiento antirreflejos,
para que tus ojos se vean limpios en fotos y en persona. - La adaptación es suave, sin mareos, con una zona de cerca cómoda para leer.
- Y tienen una garantía de devolución:
si no te adaptas o no notas mejora, puedes devolverlas y recuperar tu dinero.
Para mí, VisionPro han sido eso:
las gafas que han dejado de echarme años encima cada vez que alguien abre la cámara.
Si en las fotos pareces mayor de lo que te sientes…
Si:
- Tienes más de 45 años,
- Llevas gafas de cerca baratas o monturas que tú misma ves “de madre”,
- Evitas fotos o te quitas las gafas siempre que alguien saca el móvil,
- Te duele verte en imágenes donde no te reconoces…
…te diría que, al menos, mires si las VisionPro siguen disponibles.
Ahora mismo hay descuentos especiales por compra por internet
y una garantía de unos 30 días para probarlas sin riesgo en tu vida diaria.
Al final, solo tienes dos opciones:
- Seguir dejando que unas gafas mal elegidas actúen como filtro que te suma años
cada vez que alguien abre la cámara. - O probar unas gafas pensadas para poner tu cara por delante,
verte en las fotos y pensar:
“Esta soy yo, así sí.”
Yo tuve que tragar saliva delante de una foto en la que parecía la madre del grupo.
Ojalá tú no tengas que esperar a una imagen así
para darte el permiso de cambiar.

Dr. Luis Herrera, (Oftalmólogo especialista)
“Veo a diario pacientes que llegan con tres o cuatro gafas distintas y aun así terminan el día con la vista agotada. En muchos casos, el problema no es el ojo en sí, sino el caos de soluciones que usan. Por eso me llamó la atención VisionPro: un solo par pensado para cubrir casi todas las distancias reales del día a día. En los pacientes que lo han probado, he visto menos quejas de dolor de cabeza, menos necesidad de estar quitando y poniendo gafas y, sobre todo, una frase que se repite: ‘por fin siento que mis gafas me ayudan, en vez de estorbarme’. No es una varita mágica, pero como concepto de sistema visual único y estable me parece mucho más sensato que seguir acumulando gafas “para todo y para nada”.”
PREGUNTAS FRECUENTES
¿Y si solo noto un poco de vista cansada, no es demasiado pronto para cambiar de gafas?
¿Y si solo noto un poco de vista cansada, no es demasiado pronto para cambiar de gafas?
La vista rara vez pasa de “un poco cansada” a “perfecta” sola. Ese “solo un poco” suele ser el aviso de que tus ojos llevan tiempo trabajando de más. Esperar suele significar llegar al punto en el que ya hay dolores de cabeza, irritabilidad y ganas de dejarlo todo. Elegir VisionPro ahora no es exagerar, es adelantarte al problema y evitar que tu día a día gire alrededor de lo que tus ojos ya no aguantan.
¿Me voy a marear con unas progresivas como VisionPro?
¿Me voy a marear con unas progresivas como VisionPro?
El mareo suele venir de dos cosas: progresivas mal diseñadas o mal adaptadas. VisionPro se plantean como un campo de visión estable, pensado para las distancias reales que usas (móvil, ordenador, lectura y casa), no como un “experimento raro”. Es normal notar algo diferente los primeros días, pero la mayoría de personas describe la sensación como pasar de ir “a trompicones” a ir mucho más fluida. Y si aun así notas que no te adaptas, tienes la tranquilidad de la garantía de devolución, sin quedarte atrapada con unas gafas que no te encajan.
¿Y si al final no noto tanta diferencia con respecto a mis gafas de siempre?
¿Y si al final no noto tanta diferencia con respecto a mis gafas de siempre?
Ese es el miedo más lógico: invertir y que todo siga igual. Por eso la idea con VisionPro no es que te enamores el primer minuto, sino que en unas semanas notes cambios muy concretos: menos dolores de cabeza, menos “espera, que no veo”, menos necesidad de levantar y bajar la gafa. Si no sientes esa mejora en tu día a día, no tiene sentido que te las quedes. Para eso está la garantía: te permite probar sin quedarte con la duda ni con el cargo de conciencia.
¿No es más seguro seguir en mi óptica de toda la vida que comprar unas gafas así?
¿No es más seguro seguir en mi óptica de toda la vida que comprar unas gafas así?
Tu óptica de siempre te conoce, sí, pero también tiene un modelo muy claro: venderte un par de gafas diferente para cada problema. Eso puede darte confianza, pero también te ata a una cadena de compras sin fin. VisionPro no compite con tu óptica, cambia el enfoque: en vez de trocear tu vida en muchas gafas, propone un solo sistema visual que cubra casi todo. Lo realmente seguro no es repetir lo de siempre, sino elegir una solución que te dé más control, más claridad y menos dependencia… con una prueba que te permite decir “no” sin perder tu dinero.
¿Y si no me veo favorecida con las monturas de VisionPro?
¿Y si no me veo favorecida con las monturas de VisionPro?
Ver bien no debería estar reñido con gustarte en el espejo. Una de las mayores resistencias a usar gafas todo el día es mirarte en una foto y pensar “parezco mayor”. VisionPro se plantea justo al revés: monturas pensadas para que te veas actual, cuidada y tú misma, no como “la señora de las gafas de batalla”. Si cada vez que te ves con ellas piensas “así sí”, es mucho más fácil que las lleves puestas… y si las llevas puestas, tus ojos están protegidos todo el día, no solo a ratos.
¿De verdad voy a poder usar un solo par para todo?
¿De verdad voy a poder usar un solo par para todo?
La duda es normal, porque llevas años oyendo lo contrario: gafas para leer, para ordenador, para conducir… VisionPro se diseña precisamente para romper esa dinámica. El cristal está calculado para crear un recorrido suave desde lejos hasta cerca, con una zona central muy cómoda para pantalla y entorno. ¿Significa que nunca más necesitarás nada más? En la mayoría de casos, no. Pero para el 90 % de tu día (móvil, trabajo, casa, calle, tele) la idea es clara: que no tengas que pensar qué gafa toca ahora, y eso es lo que te devuelve sensación de libertad.
¿Y si mi problema es el ordenador, no “la edad”?
¿Y si mi problema es el ordenador, no “la edad”?
La frase “es la edad” tapa muchas cosas. Pasar horas frente a una pantalla con gafas inadecuadas castiga la vista aunque tengas buena salud general. VisionPro se centra justo en ese punto: la zona clave del cristal está optimizada para la distancia de pantalla y documentos, que es donde tus ojos se dejan la energía cada día. No se trata de aceptar resignada que “es lo que hay”, sino de darle a tus ojos una herramienta que reduzca el esfuerzo y te permita acabar el día más despejada y menos quemada.
¿No será esto solo otra forma de venderme unas gafas más caras?
¿No será esto solo otra forma de venderme unas gafas más caras?
Es una duda muy sana, sobre todo si vienes de sentir que siempre hay un “extra” que sumar. La diferencia psicológica aquí es otra: el objetivo de VisionPro no es que compres más cosas, sino que dejes de necesitar tantas. Cambias varios pares que usas a medias por uno que usas de verdad. A nivel económico, suele salir más rentable invertir en un sistema que te acompañe todo el día que ir comprando gafas baratas que luego no solucionan el problema de fondo. Y saber que puedes devolverlas si no cumplen baja el miedo a sentirte engañada.
¿Y si mis ojos empeoran con el tiempo, tendré que cambiar otra vez?
¿Y si mis ojos empeoran con el tiempo, tendré que cambiar otra vez?
Es normal pensar “para qué voy a invertir si total, la vista irá a peor”. Pero hay una diferencia enorme entre dejar que tus ojos se cansen sin ayuda y darles un cristal que distribuya mejor el esfuerzo. Cuidar tu visión hoy no es un capricho: es una forma de que cada cambio futuro sea más suave, menos brusco y menos doloroso. Además, el hecho de tener un único sistema como VisionPro hace que cada ajuste posterior sea más sencillo: no tienes que actualizar cinco gafas, sino un solo par que lo hace todo.
¿Y si me da pereza todo el proceso de cambio y adaptación?
¿Y si me da pereza todo el proceso de cambio y adaptación?
La pereza es uno de los mayores ladrones de calidad de vida. Es fácil pensar “ya iré”, “ya lo haré”, y mientras tanto tus ojos siguen sumando horas de esfuerzo. Aquí la pregunta clave no es cuánto cuesta adaptarte a VisionPro, sino cuánto te está costando no hacer nada: dolores de cabeza, mal humor, depender de otros para leer cosas, sentir que tu día se rompe a cada momento por culpa de tus gafas. Dar el paso una vez para probar un solo par que simplifique tu vida es, en el fondo, elegir un futuro con menos fricción y más calma… y eso vale mucho más que la incomodidad temporal de cambiar.
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