El día entero de dolor de cabeza que terminé descargando con mi familia

Tiempo de lectura: 2 min

La historia de cómo cambiar de gafas apagó un mal humor que ya no iba solo de la vista.

Ttengo 48 años y trabajo delante de un ordenador todo el día.

No soy una mártir.

Me gusta mi trabajo, me gusta mi vida.

Pero durante una temporada hubo algo que lo estropeaba todo:

dolores de cabeza constantes que yo misma alimentaba por pura cabezonería.

Si pasas muchas horas con pantallas.

Si sigues con unas gafas viejas “que todavía hacen el apaño”.

Si llegas a casa con la mecha corta y lo pagan los tuyos…

Quiero que leas lo que me pasó.

El lunes que exploté con mi hija sin motivo

Era un lunes cualquiera.

Tenía una semana llena de correos, informes y hojas de cálculo.

Seguía usando mis gafas de siempre:

antiguas, con la graduación desfasada,

pero yo me repetía:

“Total, aún veo. Cambiar de gafas es un lío.”

Aun así, ese día fue el colmo:

  • Por la mañana, para “apañar”, me acerqué demasiado a la pantalla.

  • A media mañana ya estaba entornando los ojos para ver un Excel.

  • Después de comer, el texto empezaba a bailar y yo apretaba aún más la mirada.

  • A las seis de la tarde tenía un dolor que me latía en las sienes.

Me tomé un analgésico, recogí mis cosas y me fui a casa con la cabeza como un bombo.

Nada más llegar, mi hija vino corriendo:

—Mamá, mira este vídeo en el móvil, es muy gracioso.

Y yo, con la vista nublada, sin paciencia y sin fuerzas, solté:

“¡Déjame en paz ya con el teléfono, no veo nada!”

Ella se quedó quieta, con cara de disgusto.

Se dio la vuelta en silencio y se fue a su habitación.

Yo me encerré en el baño, me miré al espejo,

ojos rojos, cara tensa,

y pensé:

“Estoy pagando mi cabezonería con la gente que quiero…

solo porque me da pereza ocuparme de mis ojos.”

Ese fue mi momento de tocar fondo.

No era solo cansancio: era la “fatiga de enfoque invisible”

Siempre había culpado al trabajo, al estrés, a los lunes.

Pero ese día entendí que había algo más.

Con el tiempo supe que lo que tenía era una especie de

fatiga de enfoque:

  • Mis ojos ya no podían mantener el mismo punto de enfoque tantas horas seguidas.

  • Cada vez que “forzaba la vista”, los músculos alrededor del ojo trabajaban de más.

  • Ese esfuerzo continuo se convertía en dolor de cabeza, irritabilidad y sensación de estar “quemada” por todo.

Y mis gafas viejas no ayudaban nada:

  • Tenían una graduación pensada para cuando era más joven.

  • Me servían “en general”, pero no para la distancia real de mi pantalla.

  • De cerca medio veía; de lejos medio veía;

    pero en el punto donde pasaba ocho horas al día… no veía bien.

Así que mi cuerpo hacía esto:

  1. La imagen llegaba un poco borrosa.

  2. El ojo se esforzaba para “arreglarla”.

  3. El cerebro remataba el trabajo.

Todo el día cargando con una mochila invisible de esfuerzo.

Nadie lo veía.

Pero al final del día yo explotaba con quien menos culpa tenía: mi familia.

La conversación incómoda que me abrió los ojos

Esa misma noche, cuando me calmé,

fui a la habitación de mi hija.

Le pedí perdón.

Le expliqué que me dolía mucho la cabeza,

que estaba agobiada,

que no era culpa suya.

Y ella, que es muy directa, me dijo algo que me dolió… porque era verdad:

—Mamá, siempre te duele la cabeza. Siempre estás enfadada cuando llegas del trabajo.

No supe qué contestar.

Al día siguiente pedí cita en la óptica.

Ya no era solo por ver mejor.

Era por dejar de ser esa versión de mí que llegaba a casa quemada.

Lo que me explicó la óptica (y nadie me había dicho)

Cuando me senté en la consulta, le conté la historia entera.

Ella me miró con cara de “esto lo oigo todos los días”

y me explicó lo que nadie me había dicho:

“No es solo tu graduación.

Es que estás usando unas gafas que obligan a tus ojos a hacer el trabajo duro.”

Me habló de algo que llamó campo de enfoque estable:

  • Si la lente está pensada para la distancia de tu pantalla,

    tus ojos se relajan.

  • Si no, tu cuerpo compensa como puede:

    acercándote, entornando los ojos, inclinando el cuello.

Con mis gafas viejas, cada correo, cada Excel,

era una pequeña pelea entre mis ojos y la pantalla.

Y al final del día, esa pelea se convertía en:

  • Dolor de cabeza.

  • Mal humor.

  • Ganas de que nadie me hablara.

Ahí fue cuando me habló de unas gafas concretas: VisionPro.

VisionPro: el “campo de enfoque estable” que mi cabeza necesitaba

Me explicó que VisionPro son gafas progresivas

pensadas para personas como yo,

que pasan muchas horas delante del ordenador

y luego siguen usando la vista en casa: móvil, libros, televisión…

Lo que las hace distintas, según ella, es:

  • Tienen una zona amplia y muy cómoda para la distancia de pantalla.

    No un hilito estrecho donde tienes que buscar el punto exacto.

  • Desde esa zona, la graduación cambia de forma suave hacia arriba (para ver lejos)

    y hacia abajo (para leer de cerca).

  • La lente está calculada para que pueda

    mirar el ordenador, la libreta, la sala de reuniones

    sin tener que ir recolocando la cabeza.

En palabras sencillas:

“Deja que la lente haga el trabajo que ahora hacen tus músculos.”

Si la lente se encarga del enfoque,

yo dejo de estar todo el día apretando los ojos

y mi cabeza se libra de ese ruido constante.

Yo iba con miedo:

había oído historias de progresivas que marean,

que no te adaptas, que son tirar el dinero.

Pero la óptica me dijo algo que me tranquilizó:

“Tienes unos días para probarlas.

Si no te adaptas o no notas cambio, las devolvemos y listo.”

Decidí probar.

La primera tarde de trabajo con VisionPro

Una semana después, ya tenía mis VisionPro.

Las estrené un martes, en la oficina.

Nada más sentarme frente al ordenador,

noté algo raro… en el buen sentido:

  • Veía nítido sin acercarme a la pantalla.

  • No tenía que entornar los ojos.

  • Podía mirar el documento en papel,

    luego la pantalla,

    luego al compañero de enfrente…

    y todo seguía claro.

A la hora de comer me di cuenta de que

no me dolía la cabeza.

Por la tarde, cuando normalmente ya estaba en modo “no puedo más”,

seguía cansada, sí,

pero no llevaba ese martillo constante en las sienes.

Llegué a casa y mi hija vino, otra vez, con el móvil:

—Mamá, mira este vídeo.

Respiré, sonreí y le dije:

—A ver, enséñame.

Lo vimos juntas, nos reímos las dos.

Y mientras reíamos pensé:

“No he cambiado de hija.

No he cambiado de trabajo.

He cambiado de gafas… y ha cambiado el tono en casa.”

Lo que ha cambiado desde que uso VisionPro

Después de varios meses con VisionPro,

estos son los cambios reales que noto:

  • Muchos menos dolores de cabeza.

    Algún día suelto, pero ya no es “todos los días”.

  • Llego a casa cansada, sí,

    pero no al borde del grito.

  • Ya no salto a la mínima con mi familia.

  • Puedo trabajar delante del ordenador horas

    sin esa sensación de tener la vista “clavada”.

  • Y en las revisiones me dicen

    que la graduación está bien compensada

    y que mis ojos trabajan más relajados.

No me he convertido en otra persona.

Sigo siendo yo.

Pero ahora mi mal humor ya no manda en el salón.

Qué tienen de especial las VisionPro

Para mí, esto es lo que hace diferentes a VisionPro:

  • Campo de enfoque estable para la distancia real de trabajo con pantalla.

  • Transición suave hacia cerca y hacia lejos,

    para pasar del ordenador al papel o a la sala sin mareos.

  • Tratamiento antirreflejos, que reduce deslumbramientos y fatiga visual.

  • Cristales de calidad que no obligan al ojo a “rematar” el enfoque.

  • Posibilidad de probarlas durante unos 30 días,

    con devolución del dinero si no te adaptas o no notas mejora.

Si tus dolores de cabeza “de diario” pueden venir de tus ojos…

Si:

  • Pasas varias horas al día con pantallas,

  • Vas tirando con unas gafas viejas o de bazar “que más o menos valen”,

  • Llegas a casa con la cabeza a punto de explotar,

  • Sientes que tu familia paga un mal humor

    que, en el fondo, viene del cansancio y del dolor…

…te diría que al menos mires si las VisionPro siguen disponibles.

Ahora mismo hay descuentos al pedirlas por la web

y una garantía de unos 30 días

para que puedas probarlas en tu día a día sin riesgo.

Al final, solo tienes dos opciones:

  1. Seguir forzando la vista,

    viviendo con ese zumbido de dolor y mal humor,

    y descargando el cansancio con quien menos lo merece.

  2. O probar unas gafas pensadas para

    quitarte de encima esa mochila invisible

    y volver a casa cansada…

    pero en paz.

Yo ya he elegido.

Ojalá tú también puedas darte ese descanso.

Ir directamente a la información del producto

VisionPro™ Gafas Multifocales que Cuidan tu Visión - En Oferta

VisionPro™ Gafas Multifocales que Cuidan tu Visión - En Oferta

 (1.353 opiniones)

👀 Visión nítida en todas las distancias

💆‍♀️ Menos fatiga y dolores de cabeza

🕊️ Más libertad y tranquilidad en el día a día

Precio habitual 29,99€
Precio habitual 29,99€ Precio de oferta 40,00€
Agotado
Ver todos los detalles

Dr. Luis Herrera, (Oftalmólogo especialista)

“Veo a diario pacientes que llegan con tres o cuatro gafas distintas y aun así terminan el día con la vista agotada. En muchos casos, el problema no es el ojo en sí, sino el caos de soluciones que usan. Por eso me llamó la atención VisionPro: un solo par pensado para cubrir casi todas las distancias reales del día a día. En los pacientes que lo han probado, he visto menos quejas de dolor de cabeza, menos necesidad de estar quitando y poniendo gafas y, sobre todo, una frase que se repite: ‘por fin siento que mis gafas me ayudan, en vez de estorbarme’. No es una varita mágica, pero como concepto de sistema visual único y estable me parece mucho más sensato que seguir acumulando gafas “para todo y para nada”.”

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Y si solo noto un poco de vista cansada, no es demasiado pronto para cambiar de gafas?

La vista rara vez pasa de “un poco cansada” a “perfecta” sola. Ese “solo un poco” suele ser el aviso de que tus ojos llevan tiempo trabajando de más. Esperar suele significar llegar al punto en el que ya hay dolores de cabeza, irritabilidad y ganas de dejarlo todo. Elegir VisionPro ahora no es exagerar, es adelantarte al problema y evitar que tu día a día gire alrededor de lo que tus ojos ya no aguantan.

El mareo suele venir de dos cosas: progresivas mal diseñadas o mal adaptadas. VisionPro se plantean como un campo de visión estable, pensado para las distancias reales que usas (móvil, ordenador, lectura y casa), no como un “experimento raro”. Es normal notar algo diferente los primeros días, pero la mayoría de personas describe la sensación como pasar de ir “a trompicones” a ir mucho más fluida. Y si aun así notas que no te adaptas, tienes la tranquilidad de la garantía de devolución, sin quedarte atrapada con unas gafas que no te encajan.

Ese es el miedo más lógico: invertir y que todo siga igual. Por eso la idea con VisionPro no es que te enamores el primer minuto, sino que en unas semanas notes cambios muy concretos: menos dolores de cabeza, menos “espera, que no veo”, menos necesidad de levantar y bajar la gafa. Si no sientes esa mejora en tu día a día, no tiene sentido que te las quedes. Para eso está la garantía: te permite probar sin quedarte con la duda ni con el cargo de conciencia.

Tu óptica de siempre te conoce, sí, pero también tiene un modelo muy claro: venderte un par de gafas diferente para cada problema. Eso puede darte confianza, pero también te ata a una cadena de compras sin fin. VisionPro no compite con tu óptica, cambia el enfoque: en vez de trocear tu vida en muchas gafas, propone un solo sistema visual que cubra casi todo. Lo realmente seguro no es repetir lo de siempre, sino elegir una solución que te dé más control, más claridad y menos dependencia… con una prueba que te permite decir “no” sin perder tu dinero.

Ver bien no debería estar reñido con gustarte en el espejo. Una de las mayores resistencias a usar gafas todo el día es mirarte en una foto y pensar “parezco mayor”. VisionPro se plantea justo al revés: monturas pensadas para que te veas actual, cuidada y tú misma, no como “la señora de las gafas de batalla”. Si cada vez que te ves con ellas piensas “así sí”, es mucho más fácil que las lleves puestas… y si las llevas puestas, tus ojos están protegidos todo el día, no solo a ratos.

La duda es normal, porque llevas años oyendo lo contrario: gafas para leer, para ordenador, para conducir… VisionPro se diseña precisamente para romper esa dinámica. El cristal está calculado para crear un recorrido suave desde lejos hasta cerca, con una zona central muy cómoda para pantalla y entorno. ¿Significa que nunca más necesitarás nada más? En la mayoría de casos, no. Pero para el 90 % de tu día (móvil, trabajo, casa, calle, tele) la idea es clara: que no tengas que pensar qué gafa toca ahora, y eso es lo que te devuelve sensación de libertad.

La frase “es la edad” tapa muchas cosas. Pasar horas frente a una pantalla con gafas inadecuadas castiga la vista aunque tengas buena salud general. VisionPro se centra justo en ese punto: la zona clave del cristal está optimizada para la distancia de pantalla y documentos, que es donde tus ojos se dejan la energía cada día. No se trata de aceptar resignada que “es lo que hay”, sino de darle a tus ojos una herramienta que reduzca el esfuerzo y te permita acabar el día más despejada y menos quemada.

Es una duda muy sana, sobre todo si vienes de sentir que siempre hay un “extra” que sumar. La diferencia psicológica aquí es otra: el objetivo de VisionPro no es que compres más cosas, sino que dejes de necesitar tantas. Cambias varios pares que usas a medias por uno que usas de verdad. A nivel económico, suele salir más rentable invertir en un sistema que te acompañe todo el día que ir comprando gafas baratas que luego no solucionan el problema de fondo. Y saber que puedes devolverlas si no cumplen baja el miedo a sentirte engañada.

Es normal pensar “para qué voy a invertir si total, la vista irá a peor”. Pero hay una diferencia enorme entre dejar que tus ojos se cansen sin ayuda y darles un cristal que distribuya mejor el esfuerzo. Cuidar tu visión hoy no es un capricho: es una forma de que cada cambio futuro sea más suave, menos brusco y menos doloroso. Además, el hecho de tener un único sistema como VisionPro hace que cada ajuste posterior sea más sencillo: no tienes que actualizar cinco gafas, sino un solo par que lo hace todo.

La pereza es uno de los mayores ladrones de calidad de vida. Es fácil pensar “ya iré”, “ya lo haré”, y mientras tanto tus ojos siguen sumando horas de esfuerzo. Aquí la pregunta clave no es cuánto cuesta adaptarte a VisionPro, sino cuánto te está costando no hacer nada: dolores de cabeza, mal humor, depender de otros para leer cosas, sentir que tu día se rompe a cada momento por culpa de tus gafas. Dar el paso una vez para probar un solo par que simplifique tu vida es, en el fondo, elegir un futuro con menos fricción y más calma… y eso vale mucho más que la incomodidad temporal de cambiar.

Lo que opinan nuestros clientes

4.9

+1353 Opiniones

David G
Compra Verificada
OCT 2025
Ligeras y comodas, se adaptan y se ve todo muy nitido gracias
Lucía M
Compra Verificada
OCT 2025
Genial tanto de cerca como de lejos, le compre una a mi marido tambien
Victor M
Compra Verificada
OCT 2025
Multi focal tal y como dicen se adapta sola
Carmen M
Compra Verificada
OCT 2025
Resistentes y duraderas, se ve muy bien
Francisco M
Compra Verificada
OCT 2025
Una pasada, compralas y pruebalas por que es una locura lo buen que se ve y no cansa la vista, no como otras que he probadio

¿Por qué confiar en nosotros?

  Otros
Envíos en 24/48h
Atención PostCompra
Pago en la entrega