Hice lo típico.

Busqué en internet.

Pregunté.

Probé un arreglo básico.

Un sellador sencillo en la grieta visible.

Quedó bien.

Pero yo no confiaba.

Porque en el fondo sabía la verdad:

Solo arreglé lo que podía ver.

Y eso no calmaba el “¿y si…?”

El 1% que nadie me había contado

Aquí fue donde todo cambió.

Yo creía que los problemas pequeños solo se vuelven peligrosos cuando parecen peligrosos.

La mayoría creemos eso.

Pero los daños por agua muchas veces crecen en una fase silenciosa.

Una fase en la que aún no se ve nada serio.

Pero la humedad ya está entrando.

En silencio.

Poco a poco.

Por eso tanta gente se lleva el golpe.

No porque sea descuidada.

Sino porque se le ha enseñado a esperar señales claras.

El problema real

Ahora lo explico así de simple.

Yo trataba el agua como un problema de un solo punto.

“Una grieta. Un arreglo.”

Pero el agua se comporta como un problema de rutas.

Puede colarse por pequeños caminos alrededor de una zona débil.

Así que cuando haces un arreglo estrecho y puntual…

Puedes dejar abiertas otras entradas pequeñas cerca.

Y tu cabeza nota esa incertidumbre.

Por eso una duda mínima se convierte en una alarma total durante una tormenta.

El momento en el que dejé de querer adivinar

Una semana después, le conté a mi amiga Marta lo de la mancha.

Ella compró su casa antes que yo.

Y está tranquila cuando llueve.

Esa calma que yo quería.

Le pregunté qué hacía.

Y me dijo una frase que me dio en el centro:

“No te da miedo la grieta.”

“Te da miedo la fase silenciosa.”

Luego me contó que usa un aerosol sellador de grietas llamado SealSpray™.

No como un gran proyecto.

Sino como un paso temprano y sencillo.

Una forma de reforzar zonas vulnerables rápido.

Antes de la tormenta.

Antes de las dudas.