Cuando en tu propia oficina eres solo una sombra
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Entré en la reunión… y fue como si no hubiera entrado.
Me llamo Miguel, tengo 34 años y trabajo en una oficina normal y corriente.
Ocho horas al día.
Cinco días a la semana.
Y aun así, había algo que me machacaba por dentro:
Cuando yo entraba en una sala, no pasaba nada.
Siempre es la misma escena:
- Entra el guapo del equipo:
“¡Eh, tío, qué tal!” - Entra la compañera simpática:
Sillas que se giran, sonrisas, “¡hola, qué tal!”.
Entra Miguel.
Lo único que se oye es la silla moviéndose…
y el aire acondicionado.
Ni una cabeza que se levante.
Ni una broma.
Ni un “buenos días” con algo de alegría.
Solo esa sensación fría de ser transparente en tu propio trabajo.
Si tú también sientes que en la oficina eres “el que estaba, pero nadie recuerda”…
sigue leyendo.
Porque voy a contarte cómo pasé de ser la sombra silenciosa
a “ese compañero que siempre huele bien cuando entra”.
Y no tuvo nada que ver con hablar más alto ni con hacer el payaso.
Tuvo que ver con algo que nadie me había explicado nunca:
Un fenómeno que yo llamo “Silencio de Presencia”
y cómo un perfume llamado PheroPro me ayudó a romperlo.
Estoy ocho horas aquí… y es como si no estuviera
El día que toqué fondo fue un martes.
Había reunión de equipo.
Yo llegué de los primeros y me senté, como siempre, en una silla al lado de la pared.
Fue entrando gente, alguna cabeza asintió en silencio, poco más.
Ni un comentario.
Cinco minutos después, entra un compañero.
Y oigo a una chica decir, riéndose:
“Ya ha llegado el protagonista”.
Todos miran.
Todos sonríen.
Yo estaba dentro antes que él.
Pero fue como si hasta ese momento la reunión estuviera vacía.
Esa frase se me clavó:
“Ya ha llegado el protagonista”.
Si él era el protagonista, ¿qué era yo?
La respuesta me dolió más que cualquier bronca del jefe:
Era un figurante en mi propia oficina.
Ese día, volviendo a casa en el metro, me repetía una y otra vez:
“Paso aquí más de ocho horas al día…
y cuando entro en una sala, es como si no hubiera pasado nada.”
Tenía que entender por qué.
Lo que probé primero (y por qué seguía siendo invisible)
Mi primer impulso fue culparme a mí mismo.
“Hablas poco.”
“Eres demasiado serio.”
“Deberías hacer más bromas.”
Intenté forzarme:
- Comentarios tontos para romper el hielo.
- Sonrisas exageradas.
- Camisas más llamativas.
Me sentía disfrazado.
Y lo peor: no cambiaba nada.
Seguía pasando lo mismo:
Yo entraba, y el ambiente ni se inmutaba.
Era como si el aire dijera: “ya estaba así antes de que entraras”.
Empecé a pensar que simplemente “no tenía carisma”.
Que había nacido para ser “el chico correcto, educado… y totalmente olvidable”.
El “Silencio de Presencia”: la parte que nadie te cuenta
Una noche, cansado de darle vueltas, empecé a buscar por internet.
Leí sobre lenguaje corporal, sobre seguridad, sobre voz…
Hasta que encontré algo que lo cambió todo.
Hablaban de que el cerebro no solo se guía por lo que ve,
sino por las señales que percibe sin pensarlo:
- Sonidos.
- Movimientos.
- Y, muy importante, olor.
Ahí entendí mi problema:
- A simple vista, yo era discreto.
No entro dando voces, ni contando chistes, ni llamando la atención. - Pero en olor era todavía más discreto.
Olía a aire, a jabón neutro y a café frío.
Es decir:
Mi cuerpo no emitía ninguna señal clara de “acaba de llegar alguien”.
Al no haber señal, el cerebro de los demás hacía lo que suele hacer para ahorrar energía:
Ignorarme.
No es que fueran malos compañeros.
Es que, para su mente, yo era como una sombra que ya estaba allí.
A eso lo llamé:
“Silencio de Presencia”
Entrar en un sitio… sin dejar huella en el cerebro de nadie.
Y ahí, por primera vez, vi una salida:
Si el problema era una ausencia de señal,
quizá la solución era crear una señal nueva, suave pero clara.
La “Firma de Llegada”: cuando tu entrada se nota
Seguí leyendo hasta dar con una idea que me encajó:
En vez de intentar ser más ruidoso o más gracioso…
¿y si creaba una “firma invisible” que avisara al cerebro de los demás?
Algo así como:
“Ha entrado Miguel.
No sabes por qué… pero lo notas.”
La clave estaba en un detalle que casi nunca cuidamos los hombres:
El olor que dejamos al cruzar una puerta.
Leí testimonios de gente que hablaba de perfumes que no estaban pensados para “perfumar la planta entera”,
sino para crear una especie de huella olfativa suave:
- Un olor cálido.
- Masculino pero limpio.
- Lo bastante discreto para no molestar.
- Lo bastante claro para que el cerebro diga:
“Ha entrado el que huele así”.
A ese efecto lo llamaban, de forma muy gráfica:
“Firma de Llegada”.
Y en varios comentarios salía un nombre una y otra vez:
PheroPro.
Un perfume con feromonas suaves pensado justo para eso:
dejar de ser aire… sin convertirte en un ambientador con patas.
Cómo llegó PheroPro a mi vida
Al principio desconfié.
“Esto será otra historia más para vender colonias”, pensé.
Pero había algo distinto:
Los hombres que hablaban de PheroPro no decían
“con esto ligarás seguro”.
Decían cosas como:
- “Ahora, cuando entro en la oficina, se nota.”
- “Soy el que huele bien del equipo.”
Eso, exactamente eso, era lo que yo quería.
No quería ser el graciosillo.
Ni el jefe.
Ni el alma de la fiesta.
Quería dejar de ser la sombra silenciosa de la oficina.
Así que pedí un frasco de PheroPro.
Tenía una cosa a favor:
podía probarlo en mi día a día, sin cambiar nada más.
El primer día que mi entrada dejó de ser muda
El frasco de PheroPro llegó un lunes.
El martes decidí estrenarlo.
Ducha normal.
Ropa de siempre.
Antes de salir de casa:
Dos pulverizaciones de PheroPro en el cuello.
Una en el pecho.
El olor me sorprendió.
No era el típico golpe fuerte de colonia barata.
Era algo cálido, limpio, masculino.
De esos olores que dan confianza, no dolor de cabeza.
Ya en el metro, noté que yo mismo me sentía distinto.
Más “presente” en mi propio cuerpo.
Pensé:
“Si yo fuera compañero mío, me gustaría sentarme al lado de alguien que huele así.”
Lo que pasó al entrar en la sala
Llegó la hora de la reunión.
Fui de los primeros, como siempre.
Abrí la puerta, di unos pasos… y entonces pasó algo que nunca había pasado.
La chica de administración, sin mirarme directamente, dijo en voz alta:
“Oye, qué bien huele aquí de repente.”
Otro compañero entró detrás de mí y soltó:
“Será Miguel, que viene siempre echándose colonia.”
“Siempre”, dijo.
Y era la primera vez que llevaba PheroPro.
Yo me senté en mi silla de siempre.
Pero esa vez sentí algo nuevo:
Mi llegada había dejado una marca.
No levanté la voz.
No hice chistes.
No cambié mi forma de ser.
Solo cambié la señal que mi cuerpo dejaba al entrar.
Mi firma de llegada ya no era silencio.
Era un olor concreto que el cerebro podía registrar y guardar.
Qué es PheroPro y por qué funciona así
No soy químico.
Te lo cuento como lo entendí yo.
PheroPro es un perfume masculino con feromonas suaves, diseñado para:
- Crear alrededor de ti una burbuja de olor cálido y limpio cuando cruzas una puerta.
- Ser discreto, para que puedas usarlo en la oficina sin agobiar a nadie.
- Dejar una huella reconocible que la gente acaba asociando contigo.
No es una nube pesada.
Funciona mejor cerca que lejos.
Eso hace que:
- En una sala pequeña, tu entrada ya no sea muda.
- En un pasillo, alguien note “ha pasado Miguel”.
- Con el tiempo, te conviertas en “el compañero que siempre huele bien”.
Y todo sin cambiar tu personalidad, ni tu tono de voz, ni tu forma de vestir.
¿Para quién es realmente PheroPro?
PheroPro es para ti si:
- Pasas la mayor parte del día en una oficina.
- Entras en salas y casi nadie reacciona.
- Eres discreto, responsable… pero invisible.
- Te gustaría que tu presencia se notara sin hacer teatro.
PheroPro NO es para ti si:
- Crees que un perfume va a resolver tu vida sin que tú hagas nada.
- Quieres llamar la atención a gritos.
- Buscas un olor agresivo y pesado.
Para mí, PheroPro fue la pieza que faltaba:
Dejar de ser una sombra que ya estaba ahí
y convertirme en el compañero que se nota cuando entra.
Cómo probar PheroPro sin jugártela
Lo mejor es que probar PheroPro es muy sencillo.
Puedes comprarlo desde su página oficial,
donde muchas veces hay ofertas para varios frascos pensadas para usarlo a diario.
Y algo importante:
- PheroPro tiene garantía de devolución del dinero.
- Si no te gusta el olor, o no notas nada distinto,
lo devuelves y te reembolsan el importe.
En otras palabras:
Puedes comprobar si tu “Silencio de Presencia” mejora
por menos de lo que cuesta un menú del día.
Dos opciones a partir de hoy
Puedes seguir como hasta ahora:
- Entrar en la sala de reuniones y que solo suene la silla.
- Ser el que estaba, pero nadie menciona.
- Volver a casa con esa sensación de ser invisible en el sitio donde más horas pasas.
O puedes hacer una prueba sencilla:
- Aplicar PheroPro antes de ir a la oficina.
- Fijarte en los pequeños cambios:
un “qué bien hueles”,
un “ya ha llegado Miguel”,
una cabeza que se gira cuando cruzas la puerta.
La decisión es tuya.
Si estás cansado de ser la sombra silenciosa de la oficina,
mi consejo, como alguien que ha estado exactamente ahí, es claro
Puede que dentro de unas semanas entres en una reunión,
escuches un “ya ha llegado Miguel, menos mal”…
y pienses, sonriendo para ti:
“Por fin, cuando entro, pasa algo.”

Dr. Javier Molina (Psicólogo social especializado en relaciones y autoestima masculina)
“Lo que más me impresiona de PheroPro no es solo el olor, sino el cambio de conducta que desencadena. Trabajo con hombres que no están rotos, pero sí atascados en la idea de que el amor ‘no es para ellos’. Cuando incorporamos PheroPro dentro de un pequeño ritual de cuidado personal, muchos empezaron a salir más de casa, a sostener la mirada y a colocarse en sitios donde antes se escondían. Las feromonas crean un entorno sensorial más favorable, sí, pero lo verdaderamente importante es que el hombre deja de verse como alguien “del montón” y empieza a sentirse merecedor de ser percibido y deseado. Desde mi punto de vista profesional, PheroPro es una herramienta útil para romper el círculo de ‘no me ven, así que no lo intento’ y transformarlo en ‘me presento mejor, me siento mejor… y por fin empiezo a recibir respuestas reales’.”
PREGUNTAS FRECUENTES
¿Y si al final PheroPro no funciona conmigo y solo pierdo dinero?
¿Y si al final PheroPro no funciona conmigo y solo pierdo dinero?
Es una duda muy normal. Lo importante es entender qué esperas que pase. PheroPro no es una varita mágica, pero sí puede ser el primer paso real para dejar de ser “el tío que no deja huella”. No se trata de que de repente todas se giren, sino de empezar a recibir pequeñas señales nuevas: un “qué bien hueles”, una conversación que se alarga, alguien que se sienta a tu lado pudiendo elegir otro sitio. Esas micro pruebas son las que cambian tu cabeza de “el amor no es para mí” a “igual sí que tengo algo que aportar”. Si entras con esa expectativa realista, el riesgo baja muchísimo y el potencial de cambio sube.
¿No es un poco triste tener que usar un perfume para gustar más?
¿No es un poco triste tener que usar un perfume para gustar más?
Lo realmente triste es seguir años igual por orgullo. No usas PheroPro porque estés roto, sino porque quieres dejar de jugar con desventaja. Otros llevan años acumulando experiencias, confianza, historias. Tú solo estás usando una herramienta para que tu presencia pase de neutra a memorable, sin dejar de ser tú. No es “sin esto no valgo”, es: “con esto dejo de ponerme palos en las ruedas”.
¿PheroPro me va a convertir en alguien que no soy?
¿PheroPro me va a convertir en alguien que no soy?
No. Y si pasara, no tendría sentido. PheroPro no cambia tu personalidad, cambia la sensación que generas de cerca: hueles más cálido, más adulto, más seguro. Sigues siendo tú, con tu humor, tu forma de hablar, tus gestos… solo que tu cuerpo deja de mandar el mensaje de “chico neutro que pasa desapercibido” y empieza a mandar “hombre con el que se está a gusto cerca”. Esa diferencia es enorme, pero no requiere que actúes ni que te vuelvas un personaje.
¿Y si casi no salgo de fiesta ni ligo por apps, me sirve de algo?
¿Y si casi no salgo de fiesta ni ligo por apps, me sirve de algo?
Justo para ese perfil tiene mucho sentido. Todo lo que hemos trabajado aquí no va solo de discotecas: va de oficina, bares tranquilos, afterworks, quedadas con amigos, transporte público… Sitios donde hoy eres “uno más” y donde mañana puedes ser “el que huele muy bien y transmite calma”. Si pasas muchas horas en el trabajo o en entornos normales, tener una presencia sensorial por encima de la media ahí es una ventaja silenciosa.
¿No es engañar a las mujeres usar feromonas?
¿No es engañar a las mujeres usar feromonas?
Lo que sería engañar es prometerles una versión de ti que no existe. PheroPro no fabrica sentimientos, simplemente hace que tu presencia no se pierda en el ruido de fondo. Ellas siguen eligiendo, sintiendo y decidiendo igual; tú solo dejas de entrar desarmado. No estás manipulando emociones, estás evitando que tu cuerpo mande el mensaje de “no hay nada que ver aquí”. Es una mejora de presentación, no un truco sucio.
¿Qué pasa si huelo demasiado fuerte y quedo como un desesperado?
¿Qué pasa si huelo demasiado fuerte y quedo como un desesperado?
Ese miedo viene de colonias baratas o muy agresivas. Justo la idea de PheroPro, tal y como lo hemos planteado, es lo contrario: un halo cercano, cálido y discreto, que se nota a un par de palmos, no desde la puerta del bar. Quien se acerca piensa “qué bien huele este tío”, no “ha vaciado el frasco encima”. El objetivo es que asocien tu olor a comodidad y atracción tranquila, no a intento desesperado.
¿Y si estoy tan “atrasado” que ya no tiene arreglo?
¿Y si estoy tan “atrasado” que ya no tiene arreglo?
Este pensamiento es uno de los que más daño hace. Con todo lo que hemos visto, la clave es entender algo: no tienes que recuperar diez años en una semana. Lo que necesitas son primeras experiencias normales: una cita que fluye, una noche abrazado, una historia que contar sin inventar. PheroPro no borra el pasado, pero puede ser el empujón para empezar a crear esos momentos que te faltan. Cada recuerdo nuevo es una patada a la idea de “ya es tarde para mí”.
Tengo miedo de ilusionarme y que nada cambie, ¿cómo lo gestiono?
Tengo miedo de ilusionarme y que nada cambie, ¿cómo lo gestiono?
Ese miedo es legítimo, porque ya vienes de muchos intentos fallidos. Por eso aquí no te estamos vendiendo “antes y después” de película, sino algo más honesto: “antes sin pruebas, después con pruebas pequeñas pero reales”. No esperes que PheroPro haga el trabajo solo; úsalo como parte de un ritual: cuidarte, vestirte bien, salir aunque dé pereza, abrirte un poco más. Así no depositas toda la ilusión en un frasco, sino en un proceso en el que tú también cambias.
¿Y si las mujeres se dan cuenta de que llevo algo “raro”?
¿Y si las mujeres se dan cuenta de que llevo algo “raro”?
Lo que suelen notar, si dices algo, es simplemente: “me gusta cómo hueles”. El 99 % no va a pensar “este lleva feromonas”, va a pensar “este tío se cuida y tiene un olor muy agradable”. Si alguna vez sale el tema, la lectura inconsciente es positiva: hombre que presta atención a los detalles, que se preocupa por cómo se siente la otra persona a su lado. Muy lejos de algo sospechoso, eso se percibe como madurez y autocuidado.
¿PheroPro es para mí si siento que el amor no es para mí?
¿PheroPro es para mí si siento que el amor no es para mí?
Justamente ese es el corazón de todo este trabajo. Si sientes que tu deseo te castiga, que ver parejas te duele y que tu historia está vacía, PheroPro no es “el premio”, es la palanca. Un modo de pasar de “nunca pasa nada” a “empiezan a pasar cosas pequeñas que me demuestran que no soy invisible”. No te promete amor inmediato; te promete oportunidades reales para que dejes de ver tu deseo como una condena y empieces a verlo como algo que, por fin, tiene por dónde entrar en tu vida.
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