Vivía en tensión, aunque nadie gritara.

Tiempo de lectura: 2 min

Cómo una casa normal se volvió una olla a presión

Tengo un niño de 4 años.

Y hubo una temporada en la que la casa no era casa.

Era una alarma encendida.

No era que mi hijo fuera “malo”.

Ni siquiera era que estuviera siempre enfadado.

Era el ruido constante.

Las demandas pequeñas que no paran.

“Mírame”.

“Ven”.

“Juega conmigo”.

“Me aburro”.

“Solo un minuto”.

Yo iba con el cuerpo tenso.

Todo el día.

Como si esperara el siguiente golpe.

El miedo real que no decía en voz alta

No era solo cansancio.

Era miedo a convertirme en alguien que no quería ser.

Esa madre que estalla por nada.

La que suelta una frase fea.

La que luego se encierra en el baño y llora.

Me repetía:

Estoy saturada”.

No tengo un minuto”.

Solo quiero un rato de paz”.

Y al mismo tiempo me castigaba por pensarlo.

Lo intenté todo y nada duraba

Probé lo de siempre.

Juguetes.

Cuentos.

Puzles.

Actividades nuevas.

Pero duraban cinco minutos.

Luego volvía el mismo bucle.

Y yo acababa haciendo de animadora.

Sin descanso.

Sin aire.

Con el día hecho pedazos.

El momento en que me di cuenta

Una tarde estaba calentando la cena.

Y mi hijo me tironeaba del pantalón.

No una vez.

Diez.

Yo le respondía con cariño.

Luego con prisa.

Luego con tensión.

Hasta que noté que me temblaban las manos.

Eso me asustó.

No por él.

Por mí.

Porque entendí algo duro:

no estaba fallando mi hijo.

estaba fallando el sistema del día a día.

Lo que casi todos creemos sobre este caos

Yo pensaba que el problema era energía sin gastar.

O falta de límites.

O que debía “hacer más planes”.

Pero me faltaba una pieza clave.

Y cuando la vi, me cambió la forma de entenderlo.

El problema real

Mi casa no tenía islas de calma.

No había una actividad que:

  1. se pusiera en marcha fácil,

  2. enganchara rápido,

  3. y no me necesitara a mí para mantenerla.

Sin ese punto de apoyo, mi hijo hacía lo lógico.

Buscaba estímulo en el adulto.

En mí.

Una y otra vez.

No por capricho.

Sino porque su día no tenía un ancla clara.

Así la familia vive en alerta continuada.

Como una radio siempre encendida de fondo.

La recomendación más sencilla que he recibido

Se lo conté a una madre del cole.

Sin adornos.

Le dije:

“Por la tarde todo se descontrola”.

“Estoy al límite”.

“Necesito un respiro”.

Ella me escuchó y soltó una frase muy simple:

“Quizá no necesitas más fuerza”.

“Necesitas una actividad que arranque sola”.

Y me habló de KidFun™.

Una mesa de dibujo con proyección.

Yo pensé:

“Vale, otro juguete más”.

Pero me explicó lo distinto.

“Esto no es solo dibujar”.

“Esto es un inicio guiado”.

Por qué KidFun™ encaja justo con este problema

Ahí entendí el porqué.

KidFun™ crea una isla diaria de concentración guiada.

La proyección marca el primer paso.

El niño no se queda bloqueado eligiendo.

No necesita que yo le organice nada.

No necesita que yo sostenga el juego.

Empieza.

Y cuando empieza fácil…

se queda más tiempo.

Eso baja el volumen de toda la casa.

No porque el niño “se apague”.

Sino porque su energía se ordena.

Se canaliza.

Se calma.

La primera tarde que sentí silencio sin culpa

Lo monté un miércoles.

En el momento más delicado del día.

Las últimas horas de tarde.

Esa franja en la que yo ya no tengo fuerzas.

Mi hijo se acercó.

Encendió la proyección.

Eligió una figura.

Y empezó a trazar.

Yo esperé el “mamá ven”.

Pero no llegó.

Se quedó concentrado.

Con una calma rara.

De esas que te hacen mirar dos veces.

Pasaron 10 minutos.

Luego veinte.

Yo hice la cena.

En silencio real.

No silencio de pantalla.

Silencio de atención tranquila.

Fue una sensación enorme.

Lo que cambió después de una semana

No voy a decir que mi casa se volvió perfecta.

Pero sí pasó algo muy concreto:

menos interrupciones.

menos choques.

menos tensión en el aire.

Mi hijo empezó a pedirme:

“¿Ponemos la mesa de dibujar?”

Eso me sorprendió.

Porque antes la frase era:

“Me aburro”.

Ahora era:

“Quiero hacer esto”.

La paz que más me importó

Lo mejor no fue el dibujo.

Fue verme a mí misma distinta.

Con más paciencia.

Con una voz más suave.

Con menos culpa.

Porque la paz del hogar no depende de ser una madre heroína.

Depende de tener anclas simples que sostengan la tarde.

Para quién creo que es ideal

KidFun™ puede encajar especialmente si:

  • tu hijo tiene entre 3 y 7 años,

  • las tardes os rompen el ánimo,

  • sientes que vives apagando fuegos,

  • necesitas una actividad que no te convierta en directora de juego.

Lo que incluye esa “isla de calma”

En mi caso, KidFun™ fue eso:

una tarea creativa con guía visual.

Un inicio fácil.

Un ritmo suave.

Un lugar donde mi hijo entra sin pelea.

Y donde yo recupero algo muy básico:

respirar.

Dónde lo conseguí

Yo compré KidFun™ en la página oficial.

No soy la marca.

Solo una madre contando lo que nos ayudó.

Te recomiendo comprobar disponibilidad si te suena esta historia.

Cuando algo funciona en un hogar cansado, corre rápido entre familias.

Y si ves una garantía de devolución, léela con calma.

A mí me dio tranquilidad para probarlo.

Dos caminos desde aquí

Puedes seguir sobreviviendo tarde a tarde.

Con el cuerpo en alerta.

Y la paciencia al límite.

O puedes crear una pequeña isla de calma diaria.

De esas que cambian el ambiente de casa sin gritos.

Si ahora mismo sientes:

“Estoy saturada”.

“No tengo un minuto”.

“Solo quiero un rato de paz”.

Entonces quizá KidFun™ puede ser ese cambio discreto que lo ordena todo.

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Lucía Martín (Psicopedagoga infantil)

En consulta veo algo muy frecuente en niños de 3 a 7 años: no es que no sean creativos, es que se bloquean al empezar. La hoja en blanco puede sentirse como una prueba, y cuando un niño falla varias veces, aprende a evitarlo. Por eso KidFun™ me parece una herramienta muy acertada. La proyección ofrece un inicio guiado y amable, reduce el miedo a equivocarse y ayuda a lograr pequeñas victorias visibles que fortalecen la confianza. También es una opción muy útil para familias que buscan actividades tranquilas sin pantallas, sobre todo en tardes largas o días de interior. Si el objetivo es que el niño pase del “no puedo” al “mira lo que he hecho” sin presión, KidFun™ encaja muy bien.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Para qué edades está recomendado KidFun™?

KidFun™ está pensado principalmente para niños de 3 a 7 años, cuando más ayuda tener un inicio guiado y fácil en actividades creativas.

Precisamente es uno de los perfiles que más se beneficia, porque la proyección le da un primer paso claro y reduce el miedo a empezar.

No. La idea es que el niño pueda empezar y mantenerse ocupado con menos guía del adulto.

Puede ayudar mucho como alternativa rápida y atractiva para que el niño pida juego antes que pantalla.

Está diseñada para ser compacta y fácil de colocar en un rincón del salón o del cuarto de juegos.

No. Su uso es sencillo e intuitivo para que el niño pueda empezar sin frustración ni pasos largos.

Al tener variedad de dibujos y un inicio guiado, suele mantener el interés más tiempo que actividades que requieren inventar desde cero.

Sí, es uno de los momentos en los que más se nota, porque ofrece una actividad calmada y fácil de iniciar dentro de casa.

Está pensado para uso infantil, con un formato estable y orientado a actividades tranquilas y supervisables en casa.

Si tu tienda ofrece garantía o devolución, puedes probarlo con tranquilidad y decidir según vuestra experiencia real en casa.

Lo que opinan nuestros clientes

4.9

+1353 Opiniones

David G
Compra Verificada
Nunca pense que lo desengancharia del telefono movil pero decidi probar con este producto y ahora no solo esta sin pantallas si no que es mucho mas creativo
Lucía M
Compra Verificada
El mejor juguete que le puedes comprar a tu hijo para que mejore su creatividad
Victor M
Compra Verificada
agradecida de haberlo comprado por que ahora esta todo el dia dibujando
Carmen M
Compra Verificada
Uno de los mejores juguetes que compre
Francisco M
Compra Verificada
Muy bueno, una semana usandolo y ha mejorado mucho su dibujo y ya no esta todo el rato con la pantallita

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