La cena me estaba rompiendo por dentro.

Tiempo de lectura: 2 min

Cocinar se volvió mi momento más temido

Tengo un niño de 4 años.

Y durante meses, la hora de la cena fue el peor rato del día.

Yo ya temía empezar a cocinar.

Porque sabía lo que venía después.

Interrupciones cada dos minutos.

Quejas.

Rabietas.

Y esa frase que me perseguía:

“Me aburro”.

Yo intentaba respirar.

Pero a veces solo pensaba:

No puedo hacer nada”.

Lo que nadie ve desde fuera

Desde fuera parecemos una familia normal.

Pero por dentro, yo vivía siempre en alerta.

No por falta de amor.

Sino por falta de aire.

Llegaba la tarde.

Yo tenía poca energía.

Él tenía mucha.

Y chocábamos.

Intenté el camino típico

Hice lo que hacemos casi todos.

Le saqué juguetes.

Le leí cuentos.

Le di un puzle.

Le preparé actividades simples.

Duraban poco.

Luego volvía a mí.

Como un imán.

Y yo me sentía mala madre por pensar:

“Solo quiero terminar la cena”.

Punto de ruptura real

Una noche, la pasta se me quemó.

Porque mi hijo lloraba y tiraba de mí sin parar.

Yo levanté la voz.

Él se asustó.

Yo me sentí fatal.

Me fui al baño.

Y lloré en silencio.

No era por la pasta.

Era por la sensación de estar perdiendo el control de algo básico.

La rutina más simple del mundo.

Aquí llegó el golpe de realidad

Yo pensaba que el problema era mi paciencia.

O su energía.

O que necesitaba “más límites”.

Ese es el consejo fácil.

Pero había un detalle que no estaba viendo.

Y cuando lo vi, todo encajó.

El problema real

Lo que nos estaba desgastando no era “la cena”.

Era la dependencia del adulto para arrancar el juego.

Muchas actividades infantiles necesitan que el padre las inicie.

Y que el padre las mantenga.

Si el adulto se va, el niño se cae del juego.

Y vuelve a pedir.

No por maldad.

Sino porque no tiene un inicio claro que le enganche por sí solo.

Así, el niño aprende:

“Para entretenerme, necesito a mamá”.

Y la madre aprende:

“Para hacer algo, tengo que negociar cada minuto”.

Eso crea un bucle agotador.

La culpa que más pesa

Lo peor no era el cansancio.

Era la culpa.

Esa frase interna:

“Se está pasando el día pidiendo atención”.

“Y yo estoy fallando”.

Pero la verdad es que muchas veces no falta amor.

Falta una actividad que sostenga el juego sin un adulto encima.

La recomendación que me cambió la tarde

Se lo conté a una madre del colegio.

Le dije tal cual:

Me interrumpe todo el tiempo”.

Hasta cocinar se hace imposible”.

Ella no me dio un sermón.

Me dijo algo muy simple:

“Necesitas algo que no te necesite”.

Y me habló de KidFun™.

Una mesa de dibujo con proyección.

Yo pensé:

“Vale, otro juguete más”.

Pero ella me dijo la frase clave:

“Esto tiene un inicio guiado”.

La solución real

Ahí entendí por qué esto era distinto.

KidFun™ ofrece un inicio visual claro.

No es una mesa para que el niño “invente todo”.

Es una guía suave que arranca la actividad por él.

Eso cambia el sistema de casa.

Porque el niño no tiene que elegir desde cero.

No tiene que pedirme que le monte el plan.

Ve el primer paso.

Empieza.

Y cuando empieza fácil, se queda más tiempo.

En otras palabras:

la actividad no necesita que el adulto la dirija todo el rato.

La primera prueba real

La probé un martes.

En la hora crítica.

Yo estaba por hacer la cena.

Puse KidFun™ en la mesa del salón.

Sin presión.

Sin discursos.

Mi hijo se acercó.

Encendió la proyección.

Eligió un dibujo.

Y empezó a trazar.

Yo esperé el “mamá, ven”.

Pero no llegó.

Pasaron 10 minutos.

Luego 20.

Yo corté verduras.

Puse la mesa.

Y por primera vez en mucho tiempo…

no sentí esa tensión en el pecho.

Lo que pasó a los pocos días

No fue magia.

Fue algo más real.

El ambiente bajó de volumen.

Menos interrupciones.

Menos fricción.

Menos “me aburro”.

Y más:

“Mira lo que he hecho”.

Esa frase es oro.

Porque no pide socorro.

Comparte orgullo.

Lo que más me sorprendió

Un día mi hijo me dijo:

“Voy a hacer un dibujo mientras cocinas”.

A mí se me hizo un nudo en la garganta.

Porque entendí lo que estaba naciendo ahí.

No solo entretenimiento.

Independencia tranquila.

Por qué esto también protege la calma familiar

Cuando la cena deja de ser una batalla…

todo lo demás mejora.

La forma de hablar.

La paciencia.

El final del día.

La sensación de hogar.

Y eso es lo que yo buscaba de verdad.

No un juguete más.

Sino un respiro real.

Para quién creo que es perfecto

Creo que KidFun™ puede ayudarte mucho si:

  • tu hijo tiene entre 3 y 7 años,

  • la tarde se os hace cuesta arriba,

  • sientes que no puedes avanzar con nada en casa,

  • necesitas una actividad que arranque sola.

Cierre honesto

Yo no soy la marca.

Solo una madre que salió de un bucle que la estaba desgastando.

Y lo comparto porque sé que no soy la única.

Si ahora mismo te escuchas decir:

“Estoy saturada”.

“No tengo un minuto”.

“Solo quiero poder cocinar en paz”.

Entonces te entiendo de verdad.

Qué haría yo en tu lugar

Yo comprobaría disponibilidad de KidFun™ ahora.

Estas cosas vuelan cuando funcionan en casas reales.

Y si hay una garantía de devolución, mejor.

Porque te permite probarlo sin ese miedo de:

“¿Y si no es para nosotros?”

Dos caminos desde aquí

Puedes seguir peleando cada tarde.

Con el cuerpo tenso.

Con la cena a medias.

Con la culpa encima.

O puedes meter en casa una actividad que no te convierta en la animadora oficial.

KidFun™ fue nuestra forma de recuperar la cena.

Y con ella, un poco de paz diaria.

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Lucía Martín (Psicopedagoga infantil)

En consulta veo algo muy frecuente en niños de 3 a 7 años: no es que no sean creativos, es que se bloquean al empezar. La hoja en blanco puede sentirse como una prueba, y cuando un niño falla varias veces, aprende a evitarlo. Por eso KidFun™ me parece una herramienta muy acertada. La proyección ofrece un inicio guiado y amable, reduce el miedo a equivocarse y ayuda a lograr pequeñas victorias visibles que fortalecen la confianza. También es una opción muy útil para familias que buscan actividades tranquilas sin pantallas, sobre todo en tardes largas o días de interior. Si el objetivo es que el niño pase del “no puedo” al “mira lo que he hecho” sin presión, KidFun™ encaja muy bien.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Para qué edades está recomendado KidFun™?

KidFun™ está pensado principalmente para niños de 3 a 7 años, cuando más ayuda tener un inicio guiado y fácil en actividades creativas.

Precisamente es uno de los perfiles que más se beneficia, porque la proyección le da un primer paso claro y reduce el miedo a empezar.

No. La idea es que el niño pueda empezar y mantenerse ocupado con menos guía del adulto.

Puede ayudar mucho como alternativa rápida y atractiva para que el niño pida juego antes que pantalla.

Está diseñada para ser compacta y fácil de colocar en un rincón del salón o del cuarto de juegos.

No. Su uso es sencillo e intuitivo para que el niño pueda empezar sin frustración ni pasos largos.

Al tener variedad de dibujos y un inicio guiado, suele mantener el interés más tiempo que actividades que requieren inventar desde cero.

Sí, es uno de los momentos en los que más se nota, porque ofrece una actividad calmada y fácil de iniciar dentro de casa.

Está pensado para uso infantil, con un formato estable y orientado a actividades tranquilas y supervisables en casa.

Si tu tienda ofrece garantía o devolución, puedes probarlo con tranquilidad y decidir según vuestra experiencia real en casa.

Lo que opinan nuestros clientes

4.9

+1353 Opiniones

David G
Compra Verificada
Nunca pense que lo desengancharia del telefono movil pero decidi probar con este producto y ahora no solo esta sin pantallas si no que es mucho mas creativo
Lucía M
Compra Verificada
El mejor juguete que le puedes comprar a tu hijo para que mejore su creatividad
Victor M
Compra Verificada
agradecida de haberlo comprado por que ahora esta todo el dia dibujando
Carmen M
Compra Verificada
Uno de los mejores juguetes que compre
Francisco M
Compra Verificada
Muy bueno, una semana usandolo y ha mejorado mucho su dibujo y ya no esta todo el rato con la pantallita

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