Un sencillo hábito con una esterilla para los pies me ayudó a dejar de esconder mis piernas del hombre al que quiero

Tiempo de lectura: 2 min

La luz del día dio en mis piernas. La vergüenza me dio más fuerte.

Si solo te sientes “bien” con tu cuerpo

cuando la luz está apagada

Si en cuanto amanece te pones mallas o pantalones

para que nadie vea tus venas, marcas y piel marmoleada

Si, en secreto, piensas

“mis piernas parecen más viejas que yo”…

Ojalá mi historia te ayude.

Me llamo Elena, tengo 36 años.

Por fuera,

mi vida parece estar bien.

Tengo un trabajo que me gusta,

amigas a las que quiero

y un novio que me trata bien.

Pero hasta hace unos meses

había una parte de mi vida

que me llenaba de un miedo silencioso.

Mis piernas.

De noche, con la luz apagada,

podía imaginar que mis piernas seguían siendo las de los veinticinco.

Con luz suave,

nadie veía la telaraña azul,

las pequeñas manchas moradas

ni ese aspecto apagado y tirante

alrededor de las rodillas.

La primera vez que mi novio

las vio a plena luz del día,

yo solo quería que me tragara la tierra.

La mañana en la habitación del hotel

Habíamos reservado

un fin de semana juntos.

Nada de lujo.

Un hotel con ventanales grandes,

piscina

y salida tarde.

La primera mañana

fui al baño a ducharme.

Cuando salí,

la habitación estaba inundada de sol.

Él estaba sentado en la cama, sonriendo.

Yo caminé hacia la maleta

para coger la ropa.

En ese segundo,

vi cómo sus ojos

bajaban un momento a mis piernas.

No dijo nada.

Seguramente no pensó nada malo.

Pero yo vi lo que él podía ver:

  • hilos azules y morados en las pantorrillas

  • estrías y marcas claras en los muslos

  • ese tono extraño, como a parches,

    con zonas rojas y otras casi grisáceas

Me sentí desnuda y mayor.

Me reí,

me puse las mallas a toda prisa

y empecé a vestirme.

Por la tarde propuso bajar a la piscina.

Le dije que estaba cansada.

“Vamos luego”, mentí.

Él bajó solo.

Yo me quedé sentada en la cama,

pasando el dedo por el móvil,

con un nudo en el estómago.

“Si ni siquiera puedo dejar

que la persona que me quiere

vea mis piernas…

¿cómo voy a vivir así

los próximos 30 años?”

Ese fue mi fondo del pozo.

Por qué mis piernas parecían “más viejas” que yo

Hasta entonces

había intentado arreglar mis piernas

como lo hace la mayoría.

Cremas.

Lociones reafirmantes.

Autobronceador.

Incluso maquillaje corporal

para disimular las zonas peores.

Ayudaban un poco en las fotos.

Pero con luz real,

mis piernas seguían pareciendo

las de alguien diez años mayor.

Una noche empecé a buscar:

“arañas vasculares estrías odio mis piernas novio”

Encontré muchísimas mujeres

que se sentían igual.

Pero, escondidas entre mensajes

y artículos médicos,

aparecieron cosas nuevas.

El problema

no era solo lo que se veía en la superficie.

Era el fondo

debajo de la piel.

Lo entendí así, en sencillo:

  • Pasar el día sentada en un escritorio

    o de pie casi sin moverte

    hace que los músculos de pies y pantorrillas

    trabajen muy poco.

  • Cuando apenas se mueven,

    se acumula líquido poco a poco

    en la parte baja de las piernas.

  • Ese líquido de más

    deja la piel un poco hinchada y tirante,

    y las venas se ven más marcadas.

  • Una mala microcirculación

    (poca sangre fluyendo bajo la piel)

    hace que haya zonas más pálidas

    y otras rojizas o azuladas.

Así que cada arañita,

cada estría,

estaba rodeada

de hinchazón y mala circulación

que las hacía parecer mucho peores

a la luz del día.

El 99 % de los consejos

hablan de color y de rayitas.

El 1 % que falta

es el “fondo del lienzo”:

la congestión y la rigidez

bajo la piel

que hace que cada marca grite más.

Y yo había puesto

todos mis esfuerzos

en el sitio equivocado.

La noche en la que buscaba algo para arreglar el “fondo”

Cuando entendí eso,

dejé de buscar otra crema más.

Quería algo

que actuara desde dentro del tejido,

no solo encima.

Leí sobre cepillado en seco,

duchas frías,

salir a correr

y masajes.

Algunas cosas sonaban bien.

Otras sonaban agotadoras.

Trabajo muchas horas.

No voy a correr

cinco noches a la semana

después de diez horas de jornada.

Entonces, en un foro sobre venas,

una mujer escribió:

“Lo que cambió mis piernas

no fue otra crema.

Fue una esterilla eléctrica para pies

que uso mientras veo la tele.

Me ayudó con la hinchazón

y mis piernas simplemente se veían… más suaves.”

Mencionaba un aparato llamado FootEms.

Entré a mirar.

La extraña esterilla para pies que trabajaba mis piernas mientras yo estaba en el sofá

En la página de FootEms

vi una esterilla fina y plegable.

La pones en el suelo.

Te sientas en una silla o en el sofá.

Apoyas los pies descalzos encima.

FootEms envía

pequeñas pulsaciones eléctricas

por los pies y las pantorrillas.

Esas pulsaciones

hacen que los músculos

se contraigan y se relajen

una y otra vez,

miles de veces

en unos 20 minutos.

Sin sentadillas.

Sin saltos.

Solo un trabajo rítmico y suave

para los músculos exactos

que controlan el flujo de sangre y líquidos

en la parte baja de las piernas.

En hospitales y clínicas

ya usan tecnologías parecidas

para ayudar a la circulación

en personas que apenas pueden moverse.

Aquí estaba la clave

que me encajó:

Si mi problema

era un “fondo hinchado y congestionado”,

entonces más movimiento interno,

más microcirculación

y menos líquido estancado

podrían cambiar

el aspecto de mis piernas

aunque las venas siguieran allí.

No sería Photoshop.

Pero quizá

mis piernas podrían parecer

las de una mujer

que se cuida,

no un cuerpo abandonado.

Así que pedí FootEms.

Primeras semanas con FootEms: cambios pequeños que se sentían enormes

Cuando llegó el paquete,

lo abrí esa misma noche.

Mis piernas estaban como siempre:

algo hinchadas en los tobillos,

la piel tirante y brillante

sobre las venas.

Desplegué FootEms,

me senté

y puse los pies encima.

En el nivel más bajo

noté un cosquilleo.

Subí un poco.

Mis arcos y mis pantorrillas

empezaron a tensarse y soltarse

en pequeñas olas.

Al principio fue raro,

luego resultó hasta relajante.

Durante 20 minutos

me quedé sentada,

mirando el móvil,

mientras FootEms

“andaba” por mí.

Tras varias sesiones

empecé a notar algo sutil:

  • Las piernas se sentían más calientes,

    no tan frías y pesadas.

  • La piel ya no se veía

    tan tirante y brillante

    al final del día.

Después de unas dos semanas,

me di cuenta de que los tobillos

ya no estaban tan hinchados por la noche,

y el tono de las pantorrillas

se veía más uniforme.

Las venas y las marcas

seguían allí.

Pero no saltaban a la vista

como antes.

Era como si la imagen

tuviera un poco más de suavidad

y menos contraste duro.

Con eso

me bastó para seguir.

Lo que FootEms hizo por mi autoestima (no solo por mis piernas)

Ahora uso FootEms

la mayoría de las tardes.

Mi rutina es sencilla:

  1. Llego a casa.

  2. Me cambio de ropa.

  3. 20–25 minutos con FootEms

    mientras veo algo,

    o hablo por teléfono.

Esas sesiones

ayudan a que la sangre

circule por los capilares

debajo de la piel

y a que el líquido sobrante

suba de nuevo por las piernas

en vez de quedarse

en tobillos y espinillas.

En el siguiente mes,

noté que:

  • Mis piernas estaban menos rígidas

    al levantarme del sofá.

  • Esa “brillantez hinchada”

    alrededor de algunas venas

    se calmó.

  • A la luz del día,

    el tono de la piel

    se veía más uniforme y con más vida.

Las marcas y las venas

no desaparecieron.

Pero se mezclaban más

con el resto

en lugar de acaparar toda la atención.

El cambio más grande

no fue en el espejo.

Fue en mi cabeza.

Dejé de tirarme encima una manta

cada vez que mi novio

entraba en la habitación.

Pude sentarme en el borde de la cama

con las piernas al aire

por la mañana

y pensar:

“Vale.

Estas son mis piernas.

No son perfectas.

Pero vuelven a parecer mías.”

¿Qué es exactamente FootEms?

FootEms es una esterilla EMS para los pies,

muy fina y pensada para usar en casa.

Tú:

  • la pones en el suelo

  • te sientas cómoda

  • apoyas los pies descalzos encima

  • eliges uno de los programas y el nivel de intensidad

Cada sesión

dura unos 20 minutos

y luego se apaga sola.

FootEms no sustituye a la atención médica

ni trata ninguna enfermedad.

Pero para mí

se ha convertido en un hábito fácil del día a día

para mejorar la circulación,

reducir esa hinchazón sutil

y cuidar el “fondo del lienzo”

para que mis piernas se vean más suaves

en la vida real,

no solo con filtros.

Cómo probar FootEms en casa sin riesgo

Si evitas que te dé la luz del día en las piernas…

Si solo te sientes segura

con medias muy tupidas o mallas…

Si estás cansada

de comprar otra crema

que solo actúa en la superficie…

Puede que FootEms

merezca una oportunidad.

Ahora mismo,

los creadores de FootEms

tienen una oferta por internet

con descuentos de hasta un 50–55 %

en algunos packs,

además de una garantía total de devolución del dinero

si no quedas satisfecha.

Eso significa

que puedes probarlo en tu casa sin riesgo.

Si no notas

que tus piernas están más ligeras,

menos hinchadas

y con un tono más uniforme

después de usarlo,

puedes devolverlo

y te reembolsan cada euro.

Para ver si FootEms

sigue en stock

y si el descuento

está disponible en tu zona:

Puedes seguir escondiéndote… o puedes cambiar el fondo

Tienes dos caminos.

Puedes seguir viviendo

a media luz,

eligiendo la ropa

según tus miedos

y dejando que la vergüenza

mande sobre ti.

O puedes dedicar

20 minutos al día

a ayudar a tus piernas

  • a moverse más por dentro

  • a acumular menos hinchazón

  • a mostrar una imagen más suave y calmada

    a la luz del día.

Sigo buscando mis buenos ángulos en las fotos.

Sigo teniendo unas piernas reales.

Pero ya no siento

que tenga que esconderlas

del hombre que me quiere.

Si quieres sentir lo mismo

cuando la luz de la mañana

caiga sobre tu piel…

Porque te mereces

que te vean a la luz del día

sin que se te pase por la cabeza

que ojalá te tragara el suelo.

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Dr. Luis Herrera, (Fisioterapeuta especializado en miembros inferiores)

En consulta veo cada día pies hinchados, fríos y doloridos por culpa de muchas horas de pie o sentados. Por eso me sorprendió ver cómo, en varios pacientes que empezaron a usar FootEms a diario, los pies llegaban menos inflamados, con mejor color y con una sensación de “carga” mucho menor al final del día. Desde el punto de vista físico tiene lógica: la estimulación suave activa la musculatura de la planta y la pantorrilla, mejora el retorno venoso, ayuda a mover el líquido retenido y saca al pie de ese estado de quietud dolorosa en el que vive. No es un sustituto de la valoración médica, pero como complemento en casa, en personas con pesadez, hinchazón o cansancio crónico de pies, FootEms puede marcar una diferencia real en cómo terminan el día y en cuánto tardan en notar alivio.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Y si mi dolor es “demasiado fuerte” y ya llevo años así, me va a servir de algo FootEms?

La realidad es que ningún aparato te va a devolver unos pies de 20 años en una semana, pero eso no significa que no puedas mejorar. Lo que he visto una y otra vez es que, cuando introduces un estímulo nuevo y constante (como las contracciones suaves de FootEms), el cuerpo sale del bucle de dolor + inmovilidad en el que lleva años. No esperes milagros de un día para otro, pero sí puedes esperar pies menos hinchados, menos “bloques de cemento” y más margen para aguantar el día. Lo importante no es estar perfecta, es dejar de ir a peor y empezar, aunque sea despacio, a ir a mejor.

Justo el perfil que más suele notar cambio es el de personas que ya no están para saltos, gimnasios ni locuras, pero que no quieren rendirse. FootEms trabaja mientras estás sentada, sin impacto en articulaciones, por lo que encaja muy bien con mayores de 50, gente con unos kilos de más o trabajos muy físicos. Siempre es buena idea hablar con tu médico si tienes dudas, pero la lógica es clara: estimulación suave + mejor circulación + más movimiento interno suele ser mucho mejor que seguir con los pies quietos y castigados cada día.

Con diabetes y problemas de circulación hay que ser doblemente prudente, porque tus pies son oro. FootEms no es un medicamento ni un sustituto de tu tratamiento, es una herramienta de apoyo para estimular músculos y circulación local de forma suave. Lo responsable es consultar antes con tu médico o enfermera, explicarles que es un dispositivo de estimulación muscular de baja intensidad para pies y pantorrillas, y seguir sus indicaciones. Desde ahí, la idea es simple: cuidar tus pies todos los días en lugar de esperar a que se quejen a gritos.

La mayoría de la gente la describe como cosquilleo profundo, presión suave o pequeños “toques” rítmicos, y va regulando la intensidad a su gusto. No se trata de aguantar como una heroína, se trata de encontrar el punto donde sientas “esto trabaja, pero me resulta agradable”. Lo bueno es que puedes empezar en el nivel más bajo, subir solo si te sientes cómoda y parar cuando quieras. La idea no es sufrir, la idea es que cada sesión sea un rato de alivio, descarga y autocuidado, no un castigo más en tu día.

Lo más honesto: algunas personas sienten alivio de pesadez y calor desde los primeros días; otras necesitan 2–3 semanas de uso constante para empezar a notar que llegan al final del día menos reventadas. Piensa que llevas años acumulando daño, inflamación y mala circulación, y ahora estás dando a tus pies algo que nunca han tenido: trabajo interno + riego extra + rutina diaria de cuidado. Si te marcas un mínimo de 15–20 minutos al día durante 3–4 semanas, le estás dando a tu cuerpo una oportunidad real de demostrar lo que puede mejorar cuando por fin recibe ayuda.

No. FootEms no viene a “pelearse” con lo que ya te ayuda, viene a completarlo. Tus plantillas, medias de compresión o tratamiento médico atacan una parte del problema; FootEms trabaja otra: la activación muscular, el bombeo y la recuperación entre jornadas. Piensa en él como en un fisioterapeuta casero de refuerzo, no como un sustituto. Lo único importante es que, si tomas medicación o llevas algún tratamiento delicado, avises a tu médico para que lo tenga en cuenta y te dé luz verde.

Esta es una de las mayores trampas: creer que necesitas “tiempo extra” para cuidarte. En realidad, FootEms funciona mejor precisamente porque no te pide tiempo nuevo, se encaja en lo que ya haces: ver la tele, mirar el móvil, hablar con tu familia, leer algo. Solo cambias una cosa: en lugar de tener los pies muertos sobre el suelo o la mesa, los pones sobre la esterilla. Es decir: el mismo rato de sofá, pero con tus pies trabajando y recuperándose. Así es como se convierten los cambios en hábito… sin que te rompan la rutina.

Es normal estar quemada: cremas milagro, plantillas carísimas, aparatos que prometen el cielo… y luego nada. La diferencia está en qué problema atacan. La mayoría de productos se quedan en la superficie: un poco de colchón, un poco de frescor, un poco de analgesia. FootEms va a la base: músculo, circulación, drenaje, recuperación. Y además se utiliza en un momento del día en el que ya estás quieta, por lo que es mucho más fácil que lo integres. Neurológicamente, cuando el cerebro empieza a asociar “FootEms = menos dolor = más energía”, te resulta mucho más natural seguir usándolo, porque notas que te compensa.

No. Sería irresponsable decirte eso. El movimiento real del cuerpo entero es insustituible. Pero también es verdad que hay momentos de la vida en los que no estás para grandes caminatas ni para gimnasios, y ahí es donde FootEms encaja. Piénsalo así: si ahora estás en un punto donde casi no puedes ni caminar sin dolor, ¿cómo vas a hacer más ejercicio si antes no bajas un poco el nivel de sufrimiento? FootEms te ayuda a recuperar algo de base: menos hinchazón, menos pesadez, mejor pisada… y eso, a su vez, te permite moverte algo más en tu día a día sin que cada paso sea un tormento.

El mayor miedo antes de comprar suele ser: “tirar el dinero en otro cacharro más”. Por eso lo más inteligente es plantearte FootEms como un experimento con fecha y reglas claras: usarlo todos los días durante unas semanas, empezar con baja intensidad, ajustar el programa que mejor te siente y, pasado ese tiempo, evaluar con honestidad:

👉 ¿Llego igual de destrozada al final del día?

👉 ¿Mis pies están igual de hinchados dentro del zapato?

👉 ¿Duermo igual de mal por culpa de las punzadas?

Si la respuesta es que no ha cambiado nada, puedes decidir que no es para ti y ya está. Pero si notas aunque sea un 20–30 % menos de castigo en tus pies, tu cerebro lo tendrá claro: esa pequeña mejora diaria merece la pena, porque no estás comprando plástico, estás comprando más años de autonomía y menos años de arrastrar los pies con miedo.

Lo que opinan nuestros clientes

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Una locura que bien funciona, lo uso 10 minutos al día
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Calmo mi dolor en lo pies en 2 días , muy recomendado
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Funciona de maravilla, calmo mis molestias rapido

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