Dependienta revela cómo una sencilla esterilla para los pies le ayudó por fin a volver a enseñar las piernas después de “un verano en vaqueros a 35 ºC”

Tiempo de lectura: 2 min

Prefería asarme de calor antes que enseñar mis piernas.

Si tienes arañas vasculares, venitas azules o manchas rojizas en las piernas…

Si alguna vez has elegido vaqueros largos en agosto solo por el miedo a que alguien vea tus muslos…

Si prefieres sudar, rozarte y quedarte al margen antes que quitarte los vaqueros…

Por favor, lee esto.

Me llamo Laura, tengo 44 años.

Trabajo todo el día de pie en una tienda de ropa.

El agosto pasado estábamos a 35 ºC.

Todas iban con pantalón corto o vestido fresco.

Yo estaba sentada con unos vaqueros negros gruesos,

sudando a chorros,

porque solo de pensar

que la gente viera la “telaraña azul” de mis piernas

se me hacía un nudo en el estómago.

Hoy sigo teniendo venas.

No soy una modelo retocada.

Pero mis piernas se ven más calmadas, menos hinchadas y menos manchadas.

Puedo tender la ropa en pantalón corto.

Puedo bajar a la tienda de la esquina con las piernas al aire.

Incluso he vuelto al lago con amigas

en bañador de verdad…

no enfundada en vaqueros como si fuera una armadura.

Y el cambio empezó

con una pequeña esterilla para los pies

llamada FootEms,

que ahora uso 20 minutos al día en casa.

Sin cirugía.

Sin crema milagrosa.

Solo atacar por fin

lo que estaba fallando por dentro de mis piernas.

El día de playa en el lago que me rompió por dentro

Mi amiga Marta me invitó

a pasar el día en un lago.

“Trae bikini”, me dijo.

“Hacemos picnic y nos bañamos.”

Dije “sí, claro”…

pero por dentro entré en pánico.

Metí el bañador en la bolsa.

Y luego metí unos vaqueros

y una camiseta larga “por si acaso”.

En el lago

todas se quitaron la ropa

y se metieron directas en el agua.

Yo me dejé los vaqueros y la camiseta.

“Luego me baño”, dije.

“No tengo tanto calor.”

Mentía.

Me quedé en la toalla

viendo a mis amigas nadar y reír.

Mis muslos se rozaban dentro del vaquero mojado.

Tenía la espalda empapada de sudor.

Cada vez que pensaba

“quítate los vaqueros y ya está”,

otro pensamiento pegaba más fuerte:

“Van a ver las venas moradas.

Se van a quedar mirando.

Van a pensar que das asco.”

No me metí ni una vez al agua.

A la vuelta,

tenía la parte interna de los muslos en carne viva,

y los vaqueros pegados de sudor.

Me di cuenta de algo doloroso:

Prefería estar

con dolor, con calor y sola en la orilla

antes que permitir

que alguien viera mis piernas.

Esa noche, en la ducha,

miré las venas moradas, la piel rojiza y a parches

en muslos y pantorrillas

y lloré.

“¿Cómo he llegado al punto

de que mi propio cuerpo

me impida meterme en el agua

con la gente que quiero?”

Algo tenía que cambiar.

Por qué mis piernas se veían peor cada verano (no era solo “piel fea”)

Siempre había culpado

a los genes, la edad y los kilos.

Mi madre tiene venas.

Mi abuela también las tuvo.

Probé todo lo que actúa “de fuera hacia dentro”:

  • Autobronceador fuerte

  • Maquillaje de piernas

  • Cremas para “piernas cansadas”

  • Algún masaje caro de vez en cuando

Cada verano

me prometía que sería el último con vaqueros.

Cada verano

el “mapa azul” de mis piernas

se veía más oscuro y más enfadado.

La noche del lago

busqué en el móvil:

“arañas vasculares se notan más verano piernas hinchadas trabajo de pie”

Entre textos médicos

y foros de mujeres

encontré una explicación

que nadie me había dado así:

El problema no era solo la piel.

Era un atasco interno de sangre y líquidos

en la parte baja de las piernas.

Lo entendí así de claro:

  • Años de trabajar de pie

    y luego llegar a casa

    para tirarme en el sofá

    entrenaron mis piernas

    en un único patrón: hacia abajo y quietas.

  • Las válvulas de las venas

    tienen que luchar contra la gravedad,

    pero mis músculos de la pantorrilla

    casi no les echaban una mano.

  • La sangre y la linfa

    se quedaban estancadas en gemelos y tobillos.

  • Ese encharcamiento continuo

    estiraba y oscurecía las venas de la superficie

    y dejaba la piel enrojecida o azulada.

Y ahí me cayó la ficha:

Todas las cosas que yo había usado

—cremas, maquillaje, autobronceador—

se quedaban solo en la fachada.

Al 99 % nos dicen que es “cuestión de estética”.

El 1 % que falta es entender

que hay un atasco de sangre y líquidos por dentro

que ninguna crema puede deshacer.

Hasta que no arreglara ese atasco,

cada verano el “mapa” de mis piernas

se iba a ver más marcado,

aunque no engordara ni un kilo.

Cómo encontré una forma de desatascar las piernas sin pisar un gimnasio

Vale, ya sabía cuál era el problema.

¿Y ahora qué hacía?

No iba a ponerme a correr cada día.

Ni a hacer sentadillas

después de ocho horas en la tienda.

Seguí leyendo

hasta que encontré algo distinto:

Mujeres que hablaban

de una esterilla EMS para pies

que usaban en casa

para mejorar la circulación de piernas y pies.

Decían que enviaba pequeñas pulsaciones eléctricas

que hacían que los músculos de los pies y las pantorrillas

se contrajeran y se relajaran solos.

Como obligar a las piernas

a hacer el trabajo de subir cuestas

estando tú sentada en una silla.

El nombre que más se repetía

era FootEms.

Pensé en mi día típico:

  • Ocho horas de pie casi sin moverme.

  • Autobús.

  • Sofá.

Era como programar mis venas

para que lo pasaran mal.

La idea de poder “bombear” hacia arriba

parte de ese estancamiento

sin cambiar toda mi vida

me enganchó.

Pedí FootEms.

Primera semana con FootEms: menos “mapa enfadado”, más piernas deshinchadas

Cuando llegó FootEms,

parecía una esterilla muy fina.

La puse frente al sofá.

Me senté.

Apoyé los pies descalzos.

Al nivel 1

noté un cosquilleo.

Subí un poco más.

Empecé a notar

cómo los músculos bajo el arco del pie

y en las pantorrillas

se tensaban y se soltaban

en ondas suaves.

No dolía.

Era raro,

pero relajante.

Estuve 20 minutos

viendo una serie

mientras FootEms

“andaba” por mí.

Esa noche,

cuando me quité los vaqueros,

mis tobillos estaban

menos hinchados de lo habitual.

En una semana

pasaron tres cosas:

  • Los pies ya no “reventaban” los zapatos al final del día.

  • Las piernas se veían menos rojas y a parches al ducharme.

  • Las venas seguían ahí,

    pero el “mapa azul”

    parecía menos abultado y menos inflamado.

No fue magia.

Fue como si alguien hubiera soltado

un poco de presión del globo.

Lo suficiente

para que yo quisiera seguir.

De asarme en vaqueros a salir a tender en pantalón corto

Seguí usando FootEms cada tarde.

Mi rutina ahora es:

  1. Llego del trabajo.

  2. Me quito los zapatos.

  3. Me siento 20–25 minutos con los pies en FootEms.

Las pulsaciones suben

desde las plantas

hasta las pantorrillas,

como olas.

Cada contracción

ayuda a empujar

sangre y linfa

hacia arriba,

en vez de dejarlo todo

en tobillos y gemelos.

Semana a semana,

mis pequeñas victorias fueron:

  • Primera victoria: salir a tender en pantalón corto

    sin sentir que todo el mundo miraba mis piernas.

  • Segunda: bajar a la tienda de la esquina

    con un vestido por la rodilla

    sin medias.

  • Tercera: decir que sí a otro día de lago…

    y esta vez meterme en el agua.

¿Me daba aún algo de vergüenza?

Sí, un poco.

Pero mis piernas

ya no estaban tan hinchadas ni tan rojas.

No parecían “a punto de explotar”.

Lo bastante

como para dejar los vaqueros en la toalla

y meterme en el agua con las demás.

Qué es exactamente FootEms

FootEms es una esterilla de estimulación muscular para los pies,

muy fina y fácil de guardar.

Funciona así:

  1. La colocas en el suelo.

  2. Te sientas en una silla o en el sofá.

  3. Apoyas los pies descalzos encima.

  4. Eliges el nivel y el programa.

Durante unos 20 minutos,

pequeñas pulsaciones

hacen que pies y pantorrillas

se contraigan y se relajen miles de veces,

como si estuvieras caminando cuesta arriba,

pero sin mover las rodillas.

Cosas que me gustan:

  • Varios niveles para ir subiendo poco a poco.

  • Distintos programas para cambiar el ritmo.

  • Es silenciosa y ligera;

    la guardo bajo el sofá.

  • La uso mientras veo la tele

    o leo un rato.

Sigo cuidando lo que como.

Sigo intentando moverme más.

FootEms no sustituye al médico

ni es un tratamiento médico.

Pero para mí

ha sido la primera herramienta

que de verdad ha cambiado

cómo se sienten y se ven mis piernas

desde dentro.

Cómo probar FootEms sin riesgo y ver si te ayuda a enseñar piernas otra vez

Si cada verano piensas

“este año sí que me pongo pantalón corto”…

y acabas otra vez escondida en vaqueros…

Si solo de imaginar

que alguien vea la parte de atrás de tus muslos

se te quitan las ganas de ir a la playa…

Puede que FootEms

merezca una oportunidad.

Ahora mismo,

los creadores de FootEms

tienen una oferta por internet

con descuentos de hasta un 50–55 %

en algunos packs

y una garantía total de devolución del dinero

si no quedas satisfecha.

Eso significa

que puedes probarlo en casa sin riesgo.

Si no notas

que tus piernas se sienten

más ligeras y menos hinchadas

al final del día,

lo devuelves

y te reembolsan cada euro.

Para ver si FootEms sigue en stock

y si el descuento está activo en tu zona

Este verano tienes dos opciones

Puedes pasar otro agosto

asándote en vaqueros,

viendo el agua desde la toalla,

sintiendo que tu propio cuerpo

te deja fuera.

O puedes dedicar

20 minutos al día

a ayudar a tus piernas

a sacar la sangre y los líquidos

que las ponen rojas, hinchadas y enfadadas.

Para mí,

el día que bajé la basura en pantalón corto

y me di cuenta de que

no me importaba quién mirara mis piernas,

supe que por fin

este cuerpo volvía a ser mío.

Si alguna vez has pensado

“prefiero morirme de calor antes que enseñar las piernas”,

Porque no se trata solo

de ir en pantalón corto.

Se trata de

poder estar dentro de la vida

y no mirarla siempre

desde detrás de unos vaqueros.

Ir directamente a la información del producto

FootEms™- El Secreto del Alivio Para Tus Pies - En Oferta

FootEms™- El Secreto del Alivio Para Tus Pies - En Oferta

 (1.353 opiniones)
Precio habitual 29,99€
Precio habitual 29,99€ Precio de oferta 39,99€
Agotado
Ver todos los detalles

Dr. Luis Herrera, (Fisioterapeuta especializado en miembros inferiores)

En consulta veo cada día pies hinchados, fríos y doloridos por culpa de muchas horas de pie o sentados. Por eso me sorprendió ver cómo, en varios pacientes que empezaron a usar FootEms a diario, los pies llegaban menos inflamados, con mejor color y con una sensación de “carga” mucho menor al final del día. Desde el punto de vista físico tiene lógica: la estimulación suave activa la musculatura de la planta y la pantorrilla, mejora el retorno venoso, ayuda a mover el líquido retenido y saca al pie de ese estado de quietud dolorosa en el que vive. No es un sustituto de la valoración médica, pero como complemento en casa, en personas con pesadez, hinchazón o cansancio crónico de pies, FootEms puede marcar una diferencia real en cómo terminan el día y en cuánto tardan en notar alivio.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Y si mi dolor es “demasiado fuerte” y ya llevo años así, me va a servir de algo FootEms?

La realidad es que ningún aparato te va a devolver unos pies de 20 años en una semana, pero eso no significa que no puedas mejorar. Lo que he visto una y otra vez es que, cuando introduces un estímulo nuevo y constante (como las contracciones suaves de FootEms), el cuerpo sale del bucle de dolor + inmovilidad en el que lleva años. No esperes milagros de un día para otro, pero sí puedes esperar pies menos hinchados, menos “bloques de cemento” y más margen para aguantar el día. Lo importante no es estar perfecta, es dejar de ir a peor y empezar, aunque sea despacio, a ir a mejor.

Justo el perfil que más suele notar cambio es el de personas que ya no están para saltos, gimnasios ni locuras, pero que no quieren rendirse. FootEms trabaja mientras estás sentada, sin impacto en articulaciones, por lo que encaja muy bien con mayores de 50, gente con unos kilos de más o trabajos muy físicos. Siempre es buena idea hablar con tu médico si tienes dudas, pero la lógica es clara: estimulación suave + mejor circulación + más movimiento interno suele ser mucho mejor que seguir con los pies quietos y castigados cada día.

Con diabetes y problemas de circulación hay que ser doblemente prudente, porque tus pies son oro. FootEms no es un medicamento ni un sustituto de tu tratamiento, es una herramienta de apoyo para estimular músculos y circulación local de forma suave. Lo responsable es consultar antes con tu médico o enfermera, explicarles que es un dispositivo de estimulación muscular de baja intensidad para pies y pantorrillas, y seguir sus indicaciones. Desde ahí, la idea es simple: cuidar tus pies todos los días en lugar de esperar a que se quejen a gritos.

La mayoría de la gente la describe como cosquilleo profundo, presión suave o pequeños “toques” rítmicos, y va regulando la intensidad a su gusto. No se trata de aguantar como una heroína, se trata de encontrar el punto donde sientas “esto trabaja, pero me resulta agradable”. Lo bueno es que puedes empezar en el nivel más bajo, subir solo si te sientes cómoda y parar cuando quieras. La idea no es sufrir, la idea es que cada sesión sea un rato de alivio, descarga y autocuidado, no un castigo más en tu día.

Lo más honesto: algunas personas sienten alivio de pesadez y calor desde los primeros días; otras necesitan 2–3 semanas de uso constante para empezar a notar que llegan al final del día menos reventadas. Piensa que llevas años acumulando daño, inflamación y mala circulación, y ahora estás dando a tus pies algo que nunca han tenido: trabajo interno + riego extra + rutina diaria de cuidado. Si te marcas un mínimo de 15–20 minutos al día durante 3–4 semanas, le estás dando a tu cuerpo una oportunidad real de demostrar lo que puede mejorar cuando por fin recibe ayuda.

No. FootEms no viene a “pelearse” con lo que ya te ayuda, viene a completarlo. Tus plantillas, medias de compresión o tratamiento médico atacan una parte del problema; FootEms trabaja otra: la activación muscular, el bombeo y la recuperación entre jornadas. Piensa en él como en un fisioterapeuta casero de refuerzo, no como un sustituto. Lo único importante es que, si tomas medicación o llevas algún tratamiento delicado, avises a tu médico para que lo tenga en cuenta y te dé luz verde.

Esta es una de las mayores trampas: creer que necesitas “tiempo extra” para cuidarte. En realidad, FootEms funciona mejor precisamente porque no te pide tiempo nuevo, se encaja en lo que ya haces: ver la tele, mirar el móvil, hablar con tu familia, leer algo. Solo cambias una cosa: en lugar de tener los pies muertos sobre el suelo o la mesa, los pones sobre la esterilla. Es decir: el mismo rato de sofá, pero con tus pies trabajando y recuperándose. Así es como se convierten los cambios en hábito… sin que te rompan la rutina.

Es normal estar quemada: cremas milagro, plantillas carísimas, aparatos que prometen el cielo… y luego nada. La diferencia está en qué problema atacan. La mayoría de productos se quedan en la superficie: un poco de colchón, un poco de frescor, un poco de analgesia. FootEms va a la base: músculo, circulación, drenaje, recuperación. Y además se utiliza en un momento del día en el que ya estás quieta, por lo que es mucho más fácil que lo integres. Neurológicamente, cuando el cerebro empieza a asociar “FootEms = menos dolor = más energía”, te resulta mucho más natural seguir usándolo, porque notas que te compensa.

No. Sería irresponsable decirte eso. El movimiento real del cuerpo entero es insustituible. Pero también es verdad que hay momentos de la vida en los que no estás para grandes caminatas ni para gimnasios, y ahí es donde FootEms encaja. Piénsalo así: si ahora estás en un punto donde casi no puedes ni caminar sin dolor, ¿cómo vas a hacer más ejercicio si antes no bajas un poco el nivel de sufrimiento? FootEms te ayuda a recuperar algo de base: menos hinchazón, menos pesadez, mejor pisada… y eso, a su vez, te permite moverte algo más en tu día a día sin que cada paso sea un tormento.

El mayor miedo antes de comprar suele ser: “tirar el dinero en otro cacharro más”. Por eso lo más inteligente es plantearte FootEms como un experimento con fecha y reglas claras: usarlo todos los días durante unas semanas, empezar con baja intensidad, ajustar el programa que mejor te siente y, pasado ese tiempo, evaluar con honestidad:

👉 ¿Llego igual de destrozada al final del día?

👉 ¿Mis pies están igual de hinchados dentro del zapato?

👉 ¿Duermo igual de mal por culpa de las punzadas?

Si la respuesta es que no ha cambiado nada, puedes decidir que no es para ti y ya está. Pero si notas aunque sea un 20–30 % menos de castigo en tus pies, tu cerebro lo tendrá claro: esa pequeña mejora diaria merece la pena, porque no estás comprando plástico, estás comprando más años de autonomía y menos años de arrastrar los pies con miedo.

Lo que opinan nuestros clientes

4.9

+1353 Opiniones

Carmen G
Compra Verificada
DIC 2025
Una locura que bien funciona, lo uso 10 minutos al día
Lucía M
Compra Verificada
DIC 2025
Calmo mi dolor en lo pies en 2 días , muy recomendado
Marta M
Compra Verificada
DIC 2025
Funciona de maravilla, calmo mis molestias rapido

¿Por qué confiar en nosotros?

  Otros
Envíos en 24/48h
Atención PostCompra
Pago en la entrega