Mis pies me rompieron del todo a las 3 de la madrugada.

Tiempo de lectura: 2 min

Trabajadora de turno partido cuenta cómo dejó de llorar de dolor de pies por las noches

Si llegas a casa del trabajo y sientes que los pies te arden

Si te metes en la cama y las piernas te laten tanto que no puedes dormir

Si te repites “es lo normal, es la edad y el trabajo”…

Por favor, lee mi historia hasta el final.

Me llamo Elena, tengo 52 años.

Trabajo en un supermercado, de pie 8 a 10 horas al día sobre suelos duros.

Durante años pensé que mis pies solo “me dolían del trabajo”.

Hasta la noche en que, literalmente, se rompieron.

La noche en la que todo se vino abajo

Aquella noche fue después de un día de rebajas.

Éramos menos personal de lo normal.

Cuando llegué a casa, sentía los pies como si me los hubieran machacado a martillazos.

Cada paso desde la puerta hasta el sofá era una tortura.

Hice lo de siempre:

  • Hielo en los puentes de los pies

  • Crema en las pantorrillas

  • Estiramientos que vi en YouTube

  • Móvil en la mano para distraerme del dolor

Al dolor le daba igual.

Era un dolor ardiente, zumbante, eléctrico.

Como si tuviera cables pelados dentro de los pies.

A las 3 de la madrugada seguía despierta.

Sentada en el borde de la cama.

Con las lágrimas cayéndome por la cara.

En tres horas sonaría el despertador.

Tenía que volver a estar todo el día de pie.

Y por primera vez pensé:

“No sé cuánto tiempo más voy a poder aguantar este trabajo.”

Esa idea me dio más miedo que el propio dolor.

Yo soy quien paga el alquiler en casa.

Si mis pies dicen basta, mi familia lo nota al momento.

Por qué nada de lo que probé funcionaba

Si eres como yo, seguro que ya has probado de todo:

  • Zapatos “cómodos”

  • Plantillas de gel

  • Medias o calcetines de compresión

  • Baños de pies con sal

  • Pastillas para el dolor y cremas antiinflamatorias

Algunas cosas me aliviaban una hora o dos.

Pero en cuanto me tumbaba, la quemazón volvía todavía más fuerte.

Pensaba que la que lo estaba haciendo mal era yo.

Que si por el peso.

Que si por no haber empezado antes.

Pero la verdad era mucho más sencilla.

Y nadie me la había explicado.

El problema oculto del que nadie habla

A las 3 de la madrugada, medio loca de dolor, empecé a buscar en internet.

Encontré gente con la misma historia:

“Los pies están medio bien mientras me muevo.

Arden cuando descanso por la noche.”

Una mujer habló de algo llamado “bomba muscular de la pantorrilla”.

Escribía:

“Los músculos de tus pantorrillas y pies son como un segundo corazón para tus piernas.

Cuando caminas, bombean la sangre hacia arriba.

Cuando paras, la bomba se para.”

Ahí me hizo clic.

Todo el día de pie en suelos duros.

La sangre y el líquido se van acumulando en pies y pantorrillas.

Luego llego a casa y me dejo caer en el sofá.

En el momento en que dejo de moverme, la bomba se apaga.

La sangre y el líquido se quedan atascados en los pies.

Aumenta la presión dentro de los nervios pequeñitos.

Esos nervios se ponen en modo alarma total.

Esa alarma es la quemazón, el hormigueo, los pinchazos que nos roban el sueño.

Así que mi problema no eran “músculos cansados”.

Era un atasco de circulación y unos nervios sobreexcitados

que nunca recibían la señal de calmarse.

Todo lo que yo había probado antes solo actuaba en la superficie:

  • El hielo solo enfriaba la piel.

  • Las cremas solo daban sensación en la piel.

  • Las pastillas apagaban el dolor en la cabeza, no en los pies.

Nada de eso ponía en marcha otra vez la bomba

ni decía a los nervios que bajaran la alarma.

Normal que siguiera sufriendo.

La extraña alfombrilla que “camina por ti” mientras estás sentada

En una de esas búsquedas de madrugada encontré el comentario de una enfermera.

Hablaba de un aparato para casa que usa estimulación muscular eléctrica (EMS).

Es decir, una corriente suave que hace que el músculo se contraiga y se relaje.

Los hospitales usan EMS para que la sangre se mueva

en pacientes que no pueden caminar.

Ese comentario decía:

“Es como si alguien caminara por ti mientras estás sentada.”

Esa frase se me quedó grabada.

Seguí leyendo y encontré el mismo producto una y otra vez.

La gente lo llamaba FootEms.

Parecía una esterilla fina y flexible donde apoyas los pies descalzos.

Pulsas un botón.

Y envía pequeñas pulsaciones por las plantas y las pantorrillas.

La idea era muy simple:

  • Poner en marcha la bomba de pies y pantorrillas antes de dormir

  • Mover la sangre y el líquido que se han quedado estancados

  • Calmar los nervios con un ritmo suave y constante

Sonaba casi demasiado sencillo.

Pero a esas alturas ya no tenía nada que perder.

Poniendo FootEms a prueba a las 3 de la madrugada

Lo pedí.

Cuando llegó, lo primero que pensé fue: “¿Solo es esto? ¿Esta alfombrilla tan fina?”

Aquella noche, después del turno, hice mi rutina de siempre.

Ducha. Pijama. Reventada.

Pero en vez de dejarme caer directa en el sofá,

me senté y puse los pies sobre FootEms.

El primer nivel era como pequeños golpecitos bajo el arco del pie.

No dolía.

Solo era una sensación nueva.

Subí un poco la intensidad.

Mis pies y mis pantorrillas empezaron a tensarse y relajarse en una ola lenta.

Era como si mis músculos estuvieran caminando,

aunque yo estaba quieta en la silla.

A los 5 minutos empecé a notar calor dentro de los pies.

No un calor de dolor.

Un calor profundo, que se expandía, como si por fin se moviera la sangre.

Lo usé 20 minutos, mientras veía una serie.

Luego me fui a la cama esperando lo de siempre.

Quemazón. Dar vueltas. Móvil en la mano.

Seguía teniendo algo de dolor.

Pero había algo distinto.

El dolor estaba más bajo.

Menos punzante.

Más lejano.

Me dormí.

Cuando me desperté y miré el reloj, habían pasado casi cuatro horas.

Eso ya era más de lo que llevaba semanas durmiendo de un tirón.

Volví a llorar.

Pero esta vez de alivio.

El mecanismo único que salvó mis noches

Después de usar FootEms varias semanas, entendí por qué funcionó

cuando todo lo demás había fallado.

La clave está en la forma única en la que actúa a la vez sobre la circulación y sobre los nervios.

1. “Camina” por ti mientras estás sentada.

Las pulsaciones EMS hacen que los músculos de pies y pantorrillas se contraigan y se relajen.

Esa acción empuja la sangre y el líquido atrapado hacia arriba por las piernas.

Es como volver a encender ese “segundo corazón”

antes de irte a dormir.

2. Libera la presión que mantiene a los nervios en modo alarma.

Cuando ese líquido se mueve, hay menos presión dentro de los pies.

Menos presión significa menos mensajes de dolor gritando al cerebro.

3. El ritmo constante dice a tu cuerpo que ya no hay peligro.

Las pulsaciones crean un patrón lento y predecible.

Tus nervios leen ese patrón como una señal segura.

Por fin reciben el mensaje:

“Ya ha pasado el peligro. Puedes relajarte.”

Así que FootEms hace algo que cremas y pastillas no pueden hacer.

Vuelve a poner en marcha la bomba

y apaga la alarma

antes de que te tumbes.

Lo que pasó después de 30 días

La primera semana mi sueño pasó de tramos rotos de 1–2 horas

a bloques de 3–4 horas.

En la segunda semana, llegué a dormir 6 horas la mayoría de noches.

La quemazón en los pies seguía apareciendo a veces,

pero ya no mandaba en toda mi noche.

Por la mañana mis pies se sentían menos como ladrillos

y más como unos pies normales.

En el trabajo pasó algo que no esperaba.

Dejé de esconderme en el almacén para sentarme.

Podía estar en la caja sin mirar el reloj cada minuto.

Una compañera me preguntó:

“¿Te has comprado por fin unos zapatos buenos o qué?”

Le hablé de la alfombrilla.

Ahora ella también la usa.

Lo más importante de todo:

dejé de quedarme despierta a las 3 de la madrugada

pensando cuándo me obligaría mi cuerpo a dejar el trabajo.

Siento que he recuperado mis noches.

Y con ellas, mi futuro.

Por qué FootEms es distinto a todo lo que has probado

Esto es lo que me convenció después de usarlo:

  • Pulsaciones EMS dirigidas que imitan los pasos naturales de pies y pantorrillas

  • Muchos niveles de intensidad para empezar suave y subir poco a poco

  • Programa automático de 20 minutos para no pasarte de tiempo

  • Diseño plano y silencioso que cabe bajo cualquier silla o mesa

  • Sin pastillas. Sin efectos secundarios. Sin cremas pegajosas

Solo tienes que sentarte, apoyar los pies descalzos en la esterilla,

pulsar un botón y dejar que haga el trabajo por ti.

¿Quieres probarlo tú también?

Ahora mismo FootEms tiene una oferta especial en su página

para personas hartas de perder el sueño por culpa del dolor de pies.

Cuando yo miré, ofrecían hasta un 55 % de descuento

en ciertos packs y una garantía de devolución del dinero.

Si lo usas y no notas un cambio real en cómo se sienten tus pies por la noche,

puedes devolverlo y te reembolsan cada euro.

Sin líos. Sin preguntas.

Para ver si el masajeador de pies FootEms sigue en stock

y si la oferta sigue activa,

Esta noche, en realidad, solo tienes dos opciones

Puedes seguir haciendo lo que yo hice durante años.

Puedes seguir con el hielo, las cremas

y el móvil en la mano a las 3 de la mañana mientras los pies te arden.

Puedes seguir yendo al trabajo con media noche de sueño,

esperando que tu cuerpo aguante “un mes más”.

O puedes darle a tus pies 20 minutos de ayuda de verdad antes de dormir.

Puedes volver a encender la bomba.

Puedes apagar la alarma.

Puedes despertarte y pensar:

“He dormido. Esta noche mis pies no han mandado sobre mí.”

Para mí, aquella primera noche de sueño de verdad

valió más que cualquier par de zapatos que haya comprado.

Si tus pies te están rompiendo como me pasó a mí,

por favor, no esperes a tu propia ruptura a las 3 de la madrugada.

Porque tus pies te llevan en el trabajo,

pero tu sueño es lo que te lleva en la vida.

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FootEms™- El Secreto del Alivio Para Tus Pies

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Dr. Luis Herrera, (Fisioterapeuta especializado en miembros inferiores)

En consulta veo cada día pies hinchados, fríos y doloridos por culpa de muchas horas de pie o sentados. Por eso me sorprendió ver cómo, en varios pacientes que empezaron a usar FootEms a diario, los pies llegaban menos inflamados, con mejor color y con una sensación de “carga” mucho menor al final del día. Desde el punto de vista físico tiene lógica: la estimulación suave activa la musculatura de la planta y la pantorrilla, mejora el retorno venoso, ayuda a mover el líquido retenido y saca al pie de ese estado de quietud dolorosa en el que vive. No es un sustituto de la valoración médica, pero como complemento en casa, en personas con pesadez, hinchazón o cansancio crónico de pies, FootEms puede marcar una diferencia real en cómo terminan el día y en cuánto tardan en notar alivio.

PREGUNTAS FRECUENTES

¿Y si mi dolor es “demasiado fuerte” y ya llevo años así, me va a servir de algo FootEms?

La realidad es que ningún aparato te va a devolver unos pies de 20 años en una semana, pero eso no significa que no puedas mejorar. Lo que he visto una y otra vez es que, cuando introduces un estímulo nuevo y constante (como las contracciones suaves de FootEms), el cuerpo sale del bucle de dolor + inmovilidad en el que lleva años. No esperes milagros de un día para otro, pero sí puedes esperar pies menos hinchados, menos “bloques de cemento” y más margen para aguantar el día. Lo importante no es estar perfecta, es dejar de ir a peor y empezar, aunque sea despacio, a ir a mejor.

Justo el perfil que más suele notar cambio es el de personas que ya no están para saltos, gimnasios ni locuras, pero que no quieren rendirse. FootEms trabaja mientras estás sentada, sin impacto en articulaciones, por lo que encaja muy bien con mayores de 50, gente con unos kilos de más o trabajos muy físicos. Siempre es buena idea hablar con tu médico si tienes dudas, pero la lógica es clara: estimulación suave + mejor circulación + más movimiento interno suele ser mucho mejor que seguir con los pies quietos y castigados cada día.

Con diabetes y problemas de circulación hay que ser doblemente prudente, porque tus pies son oro. FootEms no es un medicamento ni un sustituto de tu tratamiento, es una herramienta de apoyo para estimular músculos y circulación local de forma suave. Lo responsable es consultar antes con tu médico o enfermera, explicarles que es un dispositivo de estimulación muscular de baja intensidad para pies y pantorrillas, y seguir sus indicaciones. Desde ahí, la idea es simple: cuidar tus pies todos los días en lugar de esperar a que se quejen a gritos.

La mayoría de la gente la describe como cosquilleo profundo, presión suave o pequeños “toques” rítmicos, y va regulando la intensidad a su gusto. No se trata de aguantar como una heroína, se trata de encontrar el punto donde sientas “esto trabaja, pero me resulta agradable”. Lo bueno es que puedes empezar en el nivel más bajo, subir solo si te sientes cómoda y parar cuando quieras. La idea no es sufrir, la idea es que cada sesión sea un rato de alivio, descarga y autocuidado, no un castigo más en tu día.

Lo más honesto: algunas personas sienten alivio de pesadez y calor desde los primeros días; otras necesitan 2–3 semanas de uso constante para empezar a notar que llegan al final del día menos reventadas. Piensa que llevas años acumulando daño, inflamación y mala circulación, y ahora estás dando a tus pies algo que nunca han tenido: trabajo interno + riego extra + rutina diaria de cuidado. Si te marcas un mínimo de 15–20 minutos al día durante 3–4 semanas, le estás dando a tu cuerpo una oportunidad real de demostrar lo que puede mejorar cuando por fin recibe ayuda.

No. FootEms no viene a “pelearse” con lo que ya te ayuda, viene a completarlo. Tus plantillas, medias de compresión o tratamiento médico atacan una parte del problema; FootEms trabaja otra: la activación muscular, el bombeo y la recuperación entre jornadas. Piensa en él como en un fisioterapeuta casero de refuerzo, no como un sustituto. Lo único importante es que, si tomas medicación o llevas algún tratamiento delicado, avises a tu médico para que lo tenga en cuenta y te dé luz verde.

Esta es una de las mayores trampas: creer que necesitas “tiempo extra” para cuidarte. En realidad, FootEms funciona mejor precisamente porque no te pide tiempo nuevo, se encaja en lo que ya haces: ver la tele, mirar el móvil, hablar con tu familia, leer algo. Solo cambias una cosa: en lugar de tener los pies muertos sobre el suelo o la mesa, los pones sobre la esterilla. Es decir: el mismo rato de sofá, pero con tus pies trabajando y recuperándose. Así es como se convierten los cambios en hábito… sin que te rompan la rutina.

Es normal estar quemada: cremas milagro, plantillas carísimas, aparatos que prometen el cielo… y luego nada. La diferencia está en qué problema atacan. La mayoría de productos se quedan en la superficie: un poco de colchón, un poco de frescor, un poco de analgesia. FootEms va a la base: músculo, circulación, drenaje, recuperación. Y además se utiliza en un momento del día en el que ya estás quieta, por lo que es mucho más fácil que lo integres. Neurológicamente, cuando el cerebro empieza a asociar “FootEms = menos dolor = más energía”, te resulta mucho más natural seguir usándolo, porque notas que te compensa.

No. Sería irresponsable decirte eso. El movimiento real del cuerpo entero es insustituible. Pero también es verdad que hay momentos de la vida en los que no estás para grandes caminatas ni para gimnasios, y ahí es donde FootEms encaja. Piénsalo así: si ahora estás en un punto donde casi no puedes ni caminar sin dolor, ¿cómo vas a hacer más ejercicio si antes no bajas un poco el nivel de sufrimiento? FootEms te ayuda a recuperar algo de base: menos hinchazón, menos pesadez, mejor pisada… y eso, a su vez, te permite moverte algo más en tu día a día sin que cada paso sea un tormento.

El mayor miedo antes de comprar suele ser: “tirar el dinero en otro cacharro más”. Por eso lo más inteligente es plantearte FootEms como un experimento con fecha y reglas claras: usarlo todos los días durante unas semanas, empezar con baja intensidad, ajustar el programa que mejor te siente y, pasado ese tiempo, evaluar con honestidad:

👉 ¿Llego igual de destrozada al final del día?

👉 ¿Mis pies están igual de hinchados dentro del zapato?

👉 ¿Duermo igual de mal por culpa de las punzadas?

Si la respuesta es que no ha cambiado nada, puedes decidir que no es para ti y ya está. Pero si notas aunque sea un 20–30 % menos de castigo en tus pies, tu cerebro lo tendrá claro: esa pequeña mejora diaria merece la pena, porque no estás comprando plástico, estás comprando más años de autonomía y menos años de arrastrar los pies con miedo.

Lo que opinan nuestros clientes

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Carmen G
Compra Verificada
DIC 2025
Una locura que bien funciona, lo uso 10 minutos al día
Lucía M
Compra Verificada
DIC 2025
Calmo mi dolor en lo pies en 2 días , muy recomendado
Marta M
Compra Verificada
DIC 2025
Funciona de maravilla, calmo mis molestias rapido

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