Mi piel ardía y nadie sabía por qué... (descubrí la solución)
Tiempo de lectura: 2 min
Si tienes:
- Picores y rojeces en las piernas después de cada ducha
- Placas secas que escuecen al ponerte crema
- Una balda del baño llena de productos “para piel sensible” que apenas ayudan
y empiezas a pensar:
«Si ni la dermatóloga lo arregla, quizá me tenga que resignar»,
entonces por favor lee mi historia.
Porque yo llegué a creer que tenía una enfermedad grave de piel.
Me pasé todo un año yendo a dermatólogos, comprando cremas especiales
y siguiendo cada norma al pie de la letra.
Y aun así, después de cada ducha,
las piernas me picaban tanto que me daban ganas de gritar.
El verdadero problema no era mi piel.
Era el agua de mi ducha.
Y un cabezal de ducha sencillo llamado ShowerPro fue lo primero
que hizo que todos esos consejos médicos empezaran, por fin, a funcionar.
El año en que mi piel mandaba sobre mi vida
Mi “año de la piel” empezó con una pequeña zona seca en la espinilla.
Al principio no le hice caso.
Invierno, calefacción, vaqueros ajustados… cosas que pasan.
Luego se empezó a extender.
En las dos piernas.
Roja, caliente, enfadada.
Después de cada ducha, mi piel parecía arder.
Llegué a rascarme las espinillas hasta llenarlas de marcas.
Compré una crema calmante.
Luego un aceite de ducha.
Luego una crema con urea “para piel muy seca”.
Nada aguantaba más de unos días.
Así que por fin pedí cita con la dermatóloga.
Lo que me dijo la dermatóloga
La dermatóloga fue amable y muy correcta.
Me miró las piernas y me dijo lo que oímos en todas partes:
- «Duchas cortas y con agua templada».
- «Productos suaves, sin perfume».
- «Hidratar en los tres primeros minutos al salir de la ducha».
Lo apunté todo como si fueran deberes.
Me puse un temporizador en la ducha.
Bajé la temperatura del agua.
Usé el aceite de ducha especial que me recomendó.
Me ponía una capa gruesa de crema con la piel aún húmeda.
Durante unos días mejoró un poco.
Luego, una noche, me desperté a eso de las tres de la mañana,
con las uñas clavadas en las piernas,
medio dormida, rascando hasta ver líneas rojas.
Me senté en el borde de la cama y pensé:
«¿Cómo puede ser que lo esté haciendo todo bien
y siga teniendo miedo a ducharme?»
Al acabar ese año tenía:
- Dos visitas a la dermatóloga
- Varias recetas
- Una balda llena de bálsamos “reparadores de la barrera”
…y una libreta donde había sumado todos los gastos.
Digamos que fueron muchos cientos solo en mi piel.
Y aun así la historia se repetía siempre igual:
Ducha → piernas ardiendo → capa de crema → repetir.
Empecé a creer que había algo mal en mí.
La pregunta que nadie me hizo
El giro llegó por una pregunta muy pequeña, casi incómoda.
Me estaba quejando de las piernas con una compañera del trabajo.
Ella me escuchó y luego me dijo:
«¿Y cómo es el agua en tu casa?»
Me quedé mirándola.
«Pues… mojada», le solté medio en broma.
Se rió. Y luego me dijo esto:
«Cuando me mudé a esta ciudad, a mí también se me volvió loca la piel.
No era solo estrés.
Era el agua dura y con cloro del piso donde vivía».
Me enseñó fotos en el móvil:
piernas rojas, llenas de arañazos, igualitas que las mías.
Luego me enseñó otra foto, de después.
La piel lisa, tranquila.
«¿Qué crema es esa?», le pregunté.
«No es la crema», me dijo.
«Es mi cabezal de ducha.
Cambié el agua que toca mi piel».
Esa frase no se me quitó de la cabeza.
El verdadero problema:
Consejos médicos pensados para un agua “normal”
Aquí es donde por fin lo entendí.
Las dermatólogas dan rutinas que funcionan muy bien…
si tu agua es “normalita”.
Ducha corta.
Gel suave.
Crema después.
Pero el agua de mi ciudad es:
- Muy dura (llena de minerales que se pegan a la piel)
- Bastante clorada
Así que incluso una ducha corta era como lavarse en una sopa áspera y química.
Lo que mis cremas intentaban reparar dos veces al día,
el agua lo estropeaba otras dos veces al día.
Nadie me lo había dicho así de claro.
Todo el mundo trataba mis piernas
como si el problema viviera solo dentro de mi piel.
Pero una parte enorme del problema venía de fuera:
del agua que les caía encima cada día.
Cuando lo ves, es de cajón:
Si el agua es agresiva,
la mejor crema del mundo empieza el partido perdiendo.
La noche en que empecé a mirar mi ducha de otra manera
Esa tarde me planté en el baño y me quedé mirando el agua correr.
Podía oler el cloro.
Notaba cómo se me tensaban las manos
después de solo unos segundos bajo el chorro.
Cogí el móvil y empecé a buscar:
«picor piernas después de ducha agua dura»
«consejos dermatóloga no funcionan agua»
Una historia tras otra sonaba como la mía.
Siempre aparecía la misma idea:
«Si no cambias el agua,
tu rutina de piel siempre va a contracorriente».
Mucha gente hablaba de cabezales de ducha con filtro.
Y un nombre se repetía
entre personas que vivían en zonas de agua dura: ShowerPro.
Descubriendo ShowerPro:
La pieza que le faltaba a mi rutina
Esto fue lo que me llamó la atención de ShowerPro:
No era una crema.
No era un medicamento.
Era un cabezal de ducha con filtro incorporado y 3 modos de chorro.
- El filtro está diseñado para reducir parte de lo más agresivo
como el cloro y ciertos minerales antes de que toquen tu piel. - Los diferentes modos te permiten elegir un chorro ancho y suave
en lugar de esos chorros finos que pinchan como agujas.
En mi cabeza sonaba así:
«La rutina de la dermatóloga + un agua más suave
puede que por fin funcionen juntas, y no una contra la otra».
Me daba miedo volver a tirar el dinero.
Pero me daba más miedo otro año como el anterior.
Así que pedí ShowerPro.
Poniendo ShowerPro a prueba
No soy nada manitas.
Nada de nada.
Pero instalar ShowerPro me llevó menos tiempo
que la duración de una canción:
- Desenroscar el cabezal antiguo.
- Enroscar ShowerPro.
- Abrir el agua y comprobar que no gotea.
Listo. Sin herramientas. Sin fontanero.
Esa primera noche puse el modo de chorro ancho y suave.
Esto fue lo que pasó.
Día 1
- El agua se notaba distinta en las piernas.
Menos “mordisco”, menos agresiva. - La piel seguía algo roja,
pero el ardor se apagó más rápido que siempre.
Final de la primera semana
- Las piernas seguían necesitando crema,
pero ya no tenía que clavarme las uñas diez minutos después. - Empecé a ver menos arañazos nuevos por la mañana.
Final de la tercera semana
- Me di cuenta de que llevaba varias noches
durmiendo del tirón.
Sin levantarme a rascarme a oscuras. - Podía ducharme al llegar del trabajo
y sentarme en el sofá sin apretar las uñas contra las espinillas.
Final de la sexta semana
- El rojo intenso de las piernas se había ido apagando.
- La piel volvía a sentirse como piel,
no como papel finísimo a punto de romperse. - Había dejado de comprar cremas nuevas.
La crema sencilla y suave de la dermatóloga
por fin era suficiente.
La misma médica.
La misma rutina.
El mismo cuerpo.
Lo único que cambió
fue lo que hacía el agua antes de tocarme.
Por qué ShowerPro funcionó cuando nada más lo hacía
Visto ahora, parece de lo más simple.
El problema de fondo
Mi rutina estaba construida sobre una base equivocada.
- Trataba mis piernas como si estuvieran enfermas.
- Añadía y añadía productos nuevos.
- Pero cada ducha con agua dura y clorada
borraba mis avances una y otra vez.
Estaba pagando para tratar
un “problema crónico de piel”
que en gran parte era
un problema diario de irritación por el agua.
La solución real
Hacer que el agua vaya en la misma dirección que la rutina.
ShowerPro convirtió el plan de la dermatóloga
en algo que mi piel podía mantener en el tiempo.
- El chorro filtrado era más amable con mi barrera cutánea.
- Con el modo ancho y suave
podía lavar las piernas sin frotar ni raspar. - La crema que me ponía después
dejó de luchar contra una agresión nueva
y empezó, por fin, a sumar día tras día.
A nivel emocional, el cambio fue enorme:
«No es que yo esté fallando al tratamiento.
Es que por fin he dejado que el tratamiento tenga una oportunidad real».
Qué es ShowerPro (y cómo saber si es para ti)
ShowerPro es para ti si:
- Tu piel está peor después de ducharte que antes.
- Ya has probado productos “suaves” y “para piel sensible”
sin notar un cambio de verdad. - Sientes que has gastado demasiado en tu piel
y aun así odias ponerte bajo el agua.
Lo que te aporta ShowerPro:
- Un cabezal de ducha filtrante que ayuda a reducir lo más agresivo
antes de que toque tu piel. - 3 modos de chorro
para elegir entre suave, normal o más concentrado tipo masaje. - Instalación sencilla y sin herramientas
en la mayoría de flexos estándar. - Diseño portátil: puedes desenroscarlo y llevártelo contigo
si te mudas. - Una promesa clara de satisfacción:
nota la diferencia en tu piel o devuélvelo.
Si comparo lo que pagué en aquel “año de dermatólogos”,
ShowerPro me costó menos que una de aquellas grandes compras
en la farmacia.
Tu próxima ducha puede ser distinta
Ojalá alguien me lo hubiera dicho antes:
Cada día que te duchas con agua agresiva
es un día en el que deshaces parte de los cuidados que te pones después.
No tienes por qué seguir:
- Alineando botes nuevos en el borde de la bañera
- Despertando con las piernas llenas de arañazos
- Pensando que “ya será así para siempre”
Puedes cambiar lo primero que toca tu piel.
Las existencias pueden agotarse rápido en zonas con agua dura,
así que si estás leyendo esto
y ya te pican las piernas solo de pensar en la ducha de esta noche…
Por favor, no esperes a vivir otro “año de la piel” como el mío.
👉 Comprueba ahora si ShowerPro está disponible
y deja que tu próxima ducha sea la primera que tu piel te agradezca de verdad.

Dr. Javier Morales — Dermatólogo (Madrid)
Cada vez veo más pacientes que llegan desesperados porque la ducha les deja la piel roja, tirante y llena de picores, a pesar de usar buenos productos. En muchos casos, el problema no es la crema, sino el agua cargada de cloro y cal. Tras probar ShowerPro™ con varios de ellos, mi valoración es clara: para personas con sequedad, sensibilidad y malestar después de ducharse sin patologías graves asociadas, supone un antes y un después. Su filtro reduce de forma constante y silenciosa la agresión del agua sobre la barrera cutánea y, junto con un chorro más suave, disminuye la irritación, las rojeces y esa sensación de “piel que quema” al salir del baño. En pocas semanas —y en algunos casos desde los primeros días— mis pacientes reportan una mejor textura de la piel, menos necesidad de cremas pesadas y una ducha que vuelve a sentirse como momento de descanso y no de castigo diario. Es un cambio que se nota y se agradece
PREGUNTAS FRECUENTES
¿De verdad voy a notar diferencia en mi piel y mi estrés o es solo marketing?
¿De verdad voy a notar diferencia en mi piel y mi estrés o es solo marketing?
La mayoría de personas que cambian a agua filtrada describen lo mismo: menos picor, menos tirantez al salir de la ducha y una sensación de cuerpo más relajado. No es magia, es pura lógica: si quitas parte del cloro y la cal que irritan la piel y suavizas el chorro, tu cuerpo deja de estar en modo defensa cada vez que te duchas. Eso se traduce en una piel más tranquila y una ducha que, por fin, alivia en lugar de agobiar.
¿Y si mi ducha es diferente? ¿ShowerPro se va a poder instalar en mi casa?
¿Y si mi ducha es diferente? ¿ShowerPro se va a poder instalar en mi casa?
ShowerPro está diseñado para adaptarse a la gran mayoría de flexos estándar que hay en los hogares. Se enrosca igual que una alcachofa normal, sin herramientas raras, sin obras y sin necesidad de fontanero. En la mayoría de casos es literalmente desenroscar la antigua y enroscar ShowerPro, en un par de minutos. Si sabes abrir una botella de agua, sabes instalarlo.
No soy manitas, ¿voy a necesitar un fontanero o alguien que me ayude?
No soy manitas, ¿voy a necesitar un fontanero o alguien que me ayude?
No. ShowerPro está pensado justo para personas que odian complicarse. No hay cables, no hay piezas sueltas, no hay manual imposible. Solo tienes que roscarlo donde va tu ducha actual. La sensación al instalarlo es más de “¿ya está?” que de “qué lío”. Y si alguna vez quisieras quitarlo, es igual de sencillo: se desenrosca y listo.
¿ShowerPro quita toda la cal y todo el cloro del agua?
¿ShowerPro quita toda la cal y todo el cloro del agua?
Ningún cabezal de ducha puede transformar tu casa en un balneario natural, pero ShowerPro puede hacer algo muy importante: reducir la carga de cloro y cal que más irrita tu piel y tu cuero cabelludo. No se trata de tener un agua “perfecta”, sino de pasar de un agua que ataca a un agua que tu piel puede soportar sin enfadarse. Ese cambio es el que notas en forma de menos rojeces, menos picor y menos sequedad extrema.
Tengo la piel muy sensible y a veces problemas de dermatitis, ¿es seguro para mí?
Tengo la piel muy sensible y a veces problemas de dermatitis, ¿es seguro para mí?
Justamente las personas con piel sensible, con tendencia a eczema, dermatitis o picor constante son las que más suelen notar el cambio. ShowerPro no añade nada a tu piel: simplemente ayuda a que el agua llegue menos agresiva y permite usar un chorro más suave y envolvente. Eso significa menos ataques diarios a tu barrera cutánea y más margen para que tus cremas y tratamientos hagan su trabajo de verdad.
¿Voy a perder presión de agua o tardaré más en ducharme?
¿Voy a perder presión de agua o tardaré más en ducharme?
ShowerPro tiene 3 modos para que tú elijas: uno más ancho y suave, ideal para piel sensible, uno normal y uno tipo masaje. No se trata de quedarte sin presión, sino de controlar cómo te pega el agua. Mucha gente siente que, al notar la piel más cómoda y menos agredida, puede ducharse con más calma y sin prisas, porque el agua deja de ser un enemigo y pasa a ser algo agradable.
¿Cada cuánto hay que cambiar el filtro y es complicado hacerlo?
¿Cada cuánto hay que cambiar el filtro y es complicado hacerlo?
ShowerPro tiene 3 modos para que tú elijas: uno más ancho y suave, ideal para piel sensible, uno normal y uno tipo masaje. No se trata de quedarte sin presión, sino de controlar cómo te pega el agua. Mucha gente siente que, al notar la piel más cómoda y menos agredida, puede ducharse con más calma y sin prisas, porque el agua deja de ser un enemigo y pasa a ser algo agradable.
Ya gasto mucho en cremas y productos, ¿no es esto otro gasto más?
Ya gasto mucho en cremas y productos, ¿no es esto otro gasto más?
En realidad, ShowerPro es la pieza que faltaba para que todo lo que ya estás comprando tenga sentido. Ahora mismo tus cremas trabajan contra un agua que deshace parte de lo que intentan reparar. Al suavizar el agua, cada euro que inviertes en cuidado pasa de ser un gasto de “apagar fuegos” a una inversión en mejoría real. Es dejar de tirar dinero en productos que luchan solos y empezar a jugar en equipo con tu ducha.
¿Y si lo compro, lo instalo y no noto nada?
¿Y si lo compro, lo instalo y no noto nada?
La idea no es que te “cases” con el producto a ciegas, sino que lo pruebes en tu ducha, con tu piel y tu agua. Por eso, si después de usar ShowerPro no notas que tu piel está menos castigada, que tu picor se ha suavizado o que tu ducha se siente más llevadera, simplemente no te lo quedas. Así de sencillo. La intención es darte tranquilidad, no otro motivo de preocupación.
¿No es exagerado decir que una ducha puede afectar a mi estrés diario?
¿No es exagerado decir que una ducha puede afectar a mi estrés diario?
Parece exagerado hasta que miras tu día con sinceridad. Si cada vez que te duchas tu piel sufre, tu cuerpo se tensa y sales con sensación de incómodo malestar, ese momento suma a tu carga emocional aunque no quieras verlo. Cambiar ese rato de “tragar y aguantar” por 10 minutos en los que tu piel no grita y tu cuerpo baja revoluciones es un cambio pequeño en apariencia, pero enorme en cómo te sientes al final del día. Tu ducha está ahí sí o sí. La pregunta es si va a seguir sumando estrés o por fin va a empezar a quitártelo.
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